Los hipopótamos del legendario narcotráficante Pablo Escobar han estado en muchos titulares de los más importantes medios de comunicación, mientras se ven tranquilos paseando por las calles de pequeños poblados. Hasta ahora no se han reportado víctimas, recordemos que los hipopótamos son animales herbívoros, que muy rara vez atacan a los humanos, a menos que estos intenten ingresar en su territorio.
Exóticos y bellos a la vista, los casi 50 hipopótamos que habitan en Doradal, corregimiento del Magdalena Medio antioqueño, se han convertido en parte de la identidad de los habitantes y en una de las razones por las cuales crece el turismo. Sin embargo, estos imponentes animales representan en realidad un alto riesgo para las personas y un problema para la fauna y la flora de la zona.
Esta manada de hipopótamos, la única libre que existe en lugares fuera de África, se ha dispersado por distintas lagunas de la zona y se ha convertido en una especie dominante, por lo cual los daños ambientales pueden ser incalculables.
Edilson Cárdenas, coordinador técnico del proyecto de manejo de hipopótamos, explicó que algunas especies propias de la zona como chigüiros, babillas, patos y tortugas se han desplazado de los humedales y las áreas que eran sus hábitats, por culpa de la presencia de estos gigantes con los que no son capaces de convivir.
En una zona como el Magdalena Medio antioqueño, esta población de hipopótamos tenderá a seguir creciendo, muestra de ello es que su presencia se duplicó en una sola década, a lo que se suma que su expectativa de vida es hasta de 50 años.
Se ha conocido de algunas muertes de estos animales causadas por el mismo macho alfa, que se cree es uno de los tres originales, es decir, los que Pablo Escobar mandó traer desde un zoológico de Estados Unidos hacia la que era una de sus más preciadas propiedades: la hacienda Nápoles.
Otros también han sido desplazados por este jefe de la manada y se han ido a distintas lagunas e, incluso, aunque pocos, por el río Magdalena, lo que representa mayores riesgos para las comunidades ribereñas y más dificultades para controlarlos.
Se calcula que llevarlos hasta una reserva propia para ellos, podría tener un costo de $150 millones de pesos, los cuales serían extraídos de las arcas del Ministerio del Medio Ambiente.
Director: Habib Merheg Marún