La realidad de los venezolanos en Colombia llegó a ese punto, en donde la esperanza por un mejor futuro, se doblegó ante la realidad que obliga a miles de venezolanos a retornar a su patria con la lejana esperanza que las cosas podrán mejorar, pero no hay certeza en ese propósito.
Desde distintas ciudades de Colombia, miles de inmigrantes viajan en bus, en camiones y muchos otros a pie, para regresar a Venezuela a intentar retomar la vida que llevaban.
Pero esa travesía no es fácil, está llena de obstáculos y sacrificios, que incluyen largas jornadas de camino a pie, para luego llegar, después de muchos días, a su destino: La Frontera.
Al llegar ahí, las cosas no se hacen más fáciles, de hecho, se complican bastante. Antes de dejarlos ingresar, las autoridades venezolanas verifican si el número de inmigrantes en la base temporal de resguardo contra el coronavirus, tiene disponibilidad de nuevos integrantes.
Una vez se aprueba su ingreso, que puede tomar desde dos días a una semana, el venezolano llega hasta este centro de cuarentena en donde es recibido para esperar 14 días de confinamiento, en donde sólo recibe una comida al día (arroz y lentejas), donde no hay baños y deben hacer sus necesidades en bolsas plásticas, que después de tiran a la basura y que deben ducharse en parejas (sin importar si se conocen o no) en un estanque, que también sirve de depósito de agua para otras necesidades.
Las condiciones inhumanas son el claro reflejo de la economía venezolana que, incapaz de ofrecer un albergue digno, sólo dispone de estas medidas, para luego dejar entrar a los no infectados a un país que vive una crisis económica muy compleja.
Esa es la realidad que están viviendo los inmigrantes al regresar a su país y el mundo entero debería conocer esa realidad y apoyar a los venezolanos en su proceso de repatriación.
Director: Habib Merheg Marún