El régimen de Nicolás Maduro ha hecho de todo en su alcance para que poco se hable sobre la situación de Nabarima, un barco petrolero cargado con 1.3 millones de barriles de petróleo que fue abandonado en alta mar. Unos 80 millones de galones, que ahora están a punto de derramarse en el Mar Caribe. El buque tiene pabellón venezolano, pero en realidad es operado como parte de una empresa conjunta entre la compañía petrolera estatal venezolana Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la gigante petrolera italiana Eni, que juntas forman la empresa Petrosucre. Sin embargo, las decisiones alrededor de dicho abandono han recaído sobre las fichas de Maduro.
La tripulación abandonó el barco desde hace más de un año, ante las últimas sanciones de Estados Unidos contra el petróleo venezolano en Enero del 2019.
El crudo que llevaba el barco en su interior se quedó sin comprador y la solución del régimen fue dejarlo abandonado en algún punto del Golfo de Paría, en el mar caribe, cerca a las costas de Trinidad y Tobago. Desde entonces, el buque evidencia un preocupante deterioro, está oficialmente varado y hoy amenaza con derramar su contenido y convertirse en una de las peores emergencias ambientales del 2020.
Lo verdaderamente preocupante es que de darse el derrame de crudo, las consecuencias ambientales serían fatales para la región, pero ante la actuación situación de bloqueo económico, pareciera que lo político, prima sobre el posible daño del medio ambiente.
El pasado 5 de Septiembre PDVSA emitió un comunicado en el que aseguró que el Nabarima posee todas las condiciones operativas y de seguridad y no constituye en forma alguna amenaza al ecosistema de la zona. Sin embargo, son cientos las fotos y videos que se han viralizado en redes, evidenciando el absoluto deterioro del petrolero que desde lejos se ve torcida.
En caso de que se dé el derramamiento de petróleo, este no será el primero en este año. De hecho, ni siquiera será el segundo. “En julio, una refinería de propiedad estatal comenzó a derramar petróleo en el Parque Nacional de Morrocoy, una de las zonas de mayor biodiversidad del país”, informó el New York Times en septiembre. Y luego, más tarde ese mismo mes, el Washington Post informó que se había encontrado otra marea negra serpenteando por el Caribe, en costas venezolanas.
Las tensiones diplomáticas entre Trinidad y Tobago y Venezuela han aparecido desde la ausencia de una solución a la amenaza que puede afectar todo el Caribe, hasta llegar a aguas cubanas, pasando por supuesto por los mares colombianos. Lo anterior se debe a que las declaraciones de Maduro y su régimen frente al problema han sido casi nulas y muchos, incluyendo diplomáticos trinitenses, las han tachado de negacionistas.
Sin embargo, el Gobierno de Venezuela envió este fin de semana varias embarcaciones para inspeccionar el Nabarima. Aunque no es oficial, se especula una operación de descargue de la mitad del petróleo con el uso de otro barco tanquero, el Icaro, también de PDVSA, que tiene capacidad de almacenar hasta 600 mil barriles de petróleo y que podría retrasar el presunto hundimiento del barco.
Pero el impacto medioambiental no es la única preocupación para expertos petroleros. Además de la afectación directa para las economías pesqueras de la región, está el golpe que representaría al musculo minero energético de Venezuela que desde ya está críticamente afectado.
Director: Habib Merheg Marún