Opinión: Kico Becerra
Querido niño Dios:
Hace tiempo no te escribo y espero que no te hayas olvidado de mi. Te doy algunas señales, como ayuda de memoria, para que me ubiques bien:
Cuando era niño te escribía pidiendo juguetes y contándote que, si bien había hecho una que otra cagadita, me merecía unos buenos regalos. Tu me traías unos muy chéveres y me castigabas con mucha ropa, para que me manejara bien.
Más grandecito, cuando supe que tu le dabas la plata a mis padres para que me compraran regalos, te pedí unos billeticos para una buena cicla y, por no haberme comportado tan bien, les dabas para una Monark bien pesada.
Después dejé de escribirte y empecé a comunicarme contigo en navidad por telepatía (Tv del Patía) y te pedí cosas menos materiales, como que me aceptara de novio una vecina buenísima que nunca me paró bolas. De castigo por mis faltas enviabas a perseguirme a la más fea del colegio; algo es algo.
Con el paso de los años, mis deseos de moto y un buen carro siempre fueron compensados con mi pichirilo Renault 4 de segunda; todas las navidades me enviaste forros para el timón, espaldar de camándula de gigantes y ambientador de olores e inflador de llantas.
Cuando formé hogar a través de mi cónyuge (aún supérstite) gracias a tí, me empezaste a enviar pijamas, medias, calzoncillos y pañuelos (para enjugar mis lágrimas).
Pasados los años, por intermedio de mi siamesa (esposa que llaman) me trajiste de navidad bastones, cachuchas (gorra u boina) para la calva; cepillos de dientes vibradores y bellos aparatos para ponerme en la nariz y evitar ronquidos; monturas de gafas, imitación carey, para que no bote las finas y, un aparatico mágico para encontrar la llaves antes de salir de casa (ahora necesito otro para encontrar el aparatico).
Gracias a la tecnología, por intermedio de mi compañera de siempre, me envías forros para el celular, de colores fosforescentes para que no los confunda; unas bellas medallas con GPS para saber dónde estoy; zapatos antideslizantes y una hermosa ruanita para calentar los píes.
Espero que ya me hayas ubicado.
Pues bien, el motivo de esta misiva, además de saludarte directamente, es restablecer nuestra comunicación navideña sin intermediarios, para pedirte mis deseos de Navidad. No te solicitaré cosas imposibles, inclusive para el hijo de Dios, como que los políticos colombianos sean sensatos y no dejen destruir al País. Mis deseos son más sencillos: Te ruego me envíes toneladas de salud para mi familia, mis amigos y pacientes lectores.
Te deseo una feliz navidad
Yo, El susurrero
Ñapa: Si te sobra por ahí alguito, te pido que por medio de mi siamesa me regales un dulce abrigo para limpiar bien el carro Audi, que espero me des ahora que nos hablamos de frente.