El uno manda un madrazo. El otro responde con un calvazo. Uno más saca chispas del piso con un machete mientras se envuelve el poncho en el antebrazo gritando: “¡Póngala como quiera…!”. Así está la pelea entre las licoreras de Caldas y de Antioquia a la que se metió la de Cundinamarca para “hacer gavilla” contra la primera.
Se acusan de todo: plagio, mentiras, abuso. Eso sí, en el lenguaje pulcro de abogados con el cual no hay madrazos sino elaboradas frases que al final del día, igual, pretenden dejar muy mal parada la honra del otro.
La de Caldas decidió relanzar un viejo producto de su bodega: el Aguardiente Amarillo de Manzanares. Aunque las papilas aguardientosas de viejos clientes añoran el sabor original del Amarillo, fue tal su éxito que la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA), su acérrimo competidor, decidió lanzar el suyo. Bueno, pareciera el de Caldas con otro nombre porque todo en él es idéntico al de Manzanares: botella, color, etiqueta. Al punto que la Superintendencia de Industria y Comercio aceptó una demanda de los caldenses por plagio.
La FLA contraatacó y demando a la Industria Licorera de Caldas intentando golpearla donde más le duele: en su, hasta ahora, indestronable Ron Viejo de Caldas, acusándola de publicidad engañosa. Sí los mismos que copiaron el Amarillo acusan a la otra de querer engañar a su clientela… Los mismos que a su ron le pusieron “añejo” para competirle al “viejo” de Caldas…
La Licorera de Cundinamarca también entró a la pelea y demandó a la de Caldas porque, según la demanda, estaría empaquetando la venta de otros productos de su línea con el Amarillo obligando a sus distribuidores a comprarlo de forma indirecta.
Contrario a las peleas de borrachos que se acaban pronto así sean cruentas, ésta parece que va para largo pues hay mucha plata de por medio.