Aunque para muchos, empezando por el gobierno, la crisis con la administración Trump nacida de la negativa para el aterrizaje de un avión militar repleto de deportados, ha terminado, creo que apenas está comenzando.
Y lo digo porque a Petro todavía le quedan dos años y Trump apenas está comenzando, es decir, las posiciones opuestas de cada uno tienen tiempo y espacio para volver a desencontrarse. Eso sin hablar de los motivos, los medios y las oportunidades que cada uno tiene y quiere aprovechar.
Para el bien de la economía colombiana, deseo estar equivocado.
Mientras el tiempo me da o me quita la razón, vale la pena ahora, con las aguas algo mansas, ver lo bueno, lo malo y lo feo de este asunto.
Lo bueno, evidentemente, es que lo que prometía ser una pelea de tigre con burro amarrado, ya no será tal y los aranceles con que se amenazaron los contendientes seguirán tal como hasta hoy. Conociendo el inmenso poder que el gobierno estadounidense tiene sobre el funcionamiento de la economía a nivel global, su armería posee variadas y mortíferas formas para poner a padecer a economías como la nuestra.
Por el momento los casi 200 mil empleos de la floricultura y el sostén de las más de 500 mil familias caficultoras (para citar solo dos renglones), se mantendrán como hasta hoy. Y no afirmo que esa situación sea la mejor, no. Pero definitivamente aranceles del 25% o más, postrarían esas y otras actividades nacionales aumentando el desempleo, la inflación y la pobreza.
Lo malo es, para mí, que como dije antes, la pelea tiene cara de no haber terminado sino de todo lo contrario: es el primer minuto del primer round en que es muy difícil arriesgarse a afirmar que obtendremos mínimo, empate.
Porque el gobierno Trump seguirá con su discurso sobre los inmigrantes (raro argumento en un país de inmigrantes), los seguirá tratando de criminales y continuará con sus amenazas comerciales a todo aquel que no se alinee con su pensamiento.
Y lo feo es todo lo que rodeó la actitud del presidente Petro, desde la hora en que empezó su serie de post en la red X (3 de la madrugada), hasta su desaparición presencial al momento de conjurar la crisis pues al decir del canciller saliente, el asunto lo resolvieron sin que el presidente se reuniera con ellos y recibiendo sus instrucciones a distancia.
Feo también, la reacción de varios opositores al gobierno que casi disfrutaron la hecatombe anunciada y quisieron cosecharla como un triunfo.
Y fea la del alcalde de Medellín que quiso pasarse la Constitución por la faja promoviendo una delegación de alcaldes que fueran con él a hablar con Trump a decirle que, según Fico, “Petro no los representaba” olvidando que le guste o no, Petro es el presidente de la república y salir a desconocerlo habla muy mal de quien compitió con él y perdió y, además, mantiene su deseo de llegar al Palacio de Nariño.
Para terminar, más que feo, es extraño que la expulsión de inmigrantes que ha hecho el gobierno de Estados Unidos en condiciones iguales a las que despertaron la ira presidencial, esté sucediendo desde hace años y solo hasta ahora haya provocado semejante reacción.