Por @EscribidorMao

El coliseo está abierto y los gladiadores salen al ruedo, por la esquina izquierda vemos al espartano Petro, mientras que por la derecha aparece el el soldado Polombiano del exEmperador Uribe que, arma en mano se dispone a dar la batalla, del costado Centro Derecha se observa a un curtido guerrero rubio de casi 70 años que asegura vencer a sus rivales a punta de cachetadas, mientras que por centro izquierda sale el Guapo, reconocido por las tribunas como el Gladiador Papi.

En el trono y como juez de la contienda, está El César, el hombre de domina a los tribunos y da pulgar arriba o pulgar abajo a los gladiadores, acorde a los tributos que presenten.

Suenan las cornetas de batalla y los gladiadores se disponen a enfrentarse en una lucha a muerte que dejará sangre en la arena, que luchan por ganar el voto del pueblo, pero todo es una gran farsa, un circo montado por una vieja llamada Democracia (Gobierno del Pueblo), una mujer desaliñada, pasmada por el pasar de los años, rellena de cirugías estéticas que la hacen ver hermosa de frente, pero que lleva una espalda llena de cicatrices producto de los recortes que ha recibido desde décadas atrás. Una representante del pueblo, que sólo duerme con emperadores y senadores de la república, pero que es ajena al deseo sexual de las multitudes.

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El espartano Petro tiene medio pueblo aclamando su nombre, esperando justicia divina y pan para el hambriento. El César lo mira y sonríe, sabiendo que a pesar de los gritos de apoyo, depende de la aprobación del César, de su apoyo para ingresar a esa Polombia corrupta que sólo acepta invitados, dependiendo de los dotes que estén dispuestos a entregar a cambio del favor del César.

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Junto a la tribuna del César, vemos la imagen asolapada del exEmperador Uribe que debe cubrirse con su manto republicano para ocultar su presencia y evitar el abucheo tedioso del pueblo que lo odia por más de 6.402 razones que trata de esconder en una archivo intocable por el senado.

El hijo del César, conocido como el Mocho Vargas Lleras, se sienta detrás de su padre, mientras en su pensamiento se encierra el destierro de su progenitor, que permita tomar el trono deseado por años, pero su soberbia no lo ha dejado sentarse a la derecha del Padre y debe resignarse a ocupar la silla trasera de la tribuna.

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Sólo el César autoriza el uso de las armas de los gladiadores, será sólo el César quien determine que herramienta de sangre podrá usar cada guerrero. A la izquierda de la arena, vemos al espartano Petro sólo le entrega una lanza y un escudo pequeño que autorizó el senado. Por el costado derecho, con luces de colores brillantes sobre su cuerpo flaco y disparejo, vemos a Fico, a quien el César le entrega todo un arsenal que pone al guerrero de Uribe como el favorito, mientras el pueblo en la tribuna lanza madrazos contra el Fico de Uribe.

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Por el centro derecha vemos a un anciano rubio y pecoso, llegando a sus 70´s que sólo porta un escudo y que goza de la popularidad del pueblo por matar a sus adversarios a punta de cachetadas. No promete mucho, pero tiene parte de la audiencia cautiva.

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Por el costado centro izquierda vemos al Guapo, un mechudo bonito y encantador que con una nueva sonrisa cautiva a las damas de la corte de Polombia e inspira a las plebeyas a soñar con una noche en sus brazos. Sergio El Guapo, tiene su tumbao y sabe como robar la atención de las masas, pero al momento de atacar a sus rivales, termina tratando de negociar acuerdos para evitar la masacre, pero esta vez, El César quiere sangre en la arena y los gladiadores lo saben.

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De la fosa salen las hienas del conservatismo, a la espera de ver quien cae para caerle y de la cueva oculta salen los Dingos, perros adiestrados del hijo del César, los del cambio radical que esperan quitarle carne a las hienas para mantenerse gordos.

La contienda está servida y las trompetas del combate están por sonar. El César mira al exEmperador esperando escuchar su oferta para derrotar al Espartano que, de ganar la contienda podría condenar a exEmperador a más de 6.402 días de sufrimiento en los calabozos de la Polombia antigua.

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La hermosa y vieja Democracia se sienta al lado del César y este aprovecha para meter mano debajo de su falda y robarle un gemido de placer, mientras el pueblo imagina las sensaciones que debe estar disfrutando el César.

La arena está lista y las miradas se cruzan entre los gladiadores, cada quien busca el lado débil de su contendor, cada quien sueña con llegar al trono, pero sólo ganará el que reciba el apoyo del César.

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Posdata:
Ojo con Fico que recibió a escondidas el veneno letal fabricado por el exEmperador y que al roce con la piel, podría matar al Espartano.

PosDatica:
La escolta africana del Espartano tiene su rumbiao y podría herir letalmente al Guapo y al Anciano rubio de pecas.