La ‘Candida Auris’ es un hongo tipo levadura, bastante peligroso que ya ha cobrado 587 vidas en los Estados Unidos y que hoy se está diseminando por varios países del mundo, entre ellos Venezuela, España, Inglaterra, India, Pakistán y Sudáfrica.

Por lo general este hongo se instala en hospitales, centros de salud y clínicas, no se contagia de persona a persona, su modus operandi consiste en instalarse en colchones, celulares, almohadas, camas, lavamos, trastes y hasta en pisos y paredes.

A diferencia de otros hongos, Candida Auris es inmune a todos los fungicidas conocidos y esto lo ha logrado gracias a un proceso evolutivo de más de 4,000 años que le ha permito convertirse en un hongo resistente y duro de matar.


Hace unos meses, la ‘Candida Auris’ llegó a Estados Unidos y se ha paseado por Nueva York, Nueva Jersey y el estado de Illinois, lo que obligó a las autoridades sanitarias de ese país a incluirlo en la lista de gérmenes considerados “amenazas urgentes”.

El domingo pasado, el diario ‘The New York Times’ daba cuenta con gran despliegue de la muerte de un hombre mayor en el hospital Mount Sinai de Brooklyn, a manos del temido hongo, con el agravante de que el bicho se había diseminado en todos los rincones de su habitación, tanto que hubo necesidad de “arrancar algunas de las baldosas del techo y del piso para erradicarlo”.

Scott Lorin, director del hospital, contó que estaba en las paredes, la cama, las puertas, las cortinas, el teléfono, el lavamanos, el colchón y en todos los recipientes: un nivel de contaminación visto en pocos microorganismos.

Los hospitales son particularmente vulnerables a este hongo, no solo por su capacidad de permanecer en las superficies mucho tiempo y su increíble resistencia a los medicamentos, sino porque afecta con mayor facilidad a personas con las defensas bajas, entre las que se pueden contar niños lactantes, ancianos, fumadores o pacientes con cáncer, entre otros.

Lo que hace particularmente alarmante al ‘Candida auris’ es su tenacidad, dice Carlos Álvarez, expresidente de la Asociación Colombiana de Infectología, porque si bien no se contagia de persona a persona, este hongo persiste en la piel y sobre los elementos inanimados, en los que se fija por mucho tiempo, conservando la capacidad de afectar a los que por sus condiciones pueden transformarlo en un arma mortal.

De hecho, según el CDC, casi la mitad de los pacientes infectados mueren antes de 90 días, y, aunque el paciente de Brooklyn fue un referente mediático importante, hasta el 29 de marzo ya se habían confirmado 587 casos en EE. UU.

Su historia de daño se remonta al 2009, cuando se encontró en el oído de una mujer de 70 años que estaba en un hospital de Tokio y a quien no se le había podido erradicar la infección, no obstante múltiples tratamientos. Con base en este antecedente, los microbiólogos Kazuo Satoh y Koichi Makimura lo llamaron ‘Auris’, para vincularlo con el espacio auricular del que lograron aislarlo

Carlos Álvarez dice que es un hongo que desde el punto de vista del control de las infecciones se comporta como una bacteria y que el problema en las instituciones de salud es que también es resistente a los desinfectantes que comúnmente se utilizan para la limpieza en los hospitales.

¿Cómo actúa? Álvarez manifiesta que este hongo invade la sangre de las personas y configura lo que se conoce como fungemia, a través de la cual puede sembrarse en el cerebro, los riñones, el hígado, los huesos, los músculos, las articulaciones, el bazo y hasta los ojos, creando una infección sistémica llamada candidiasis.

Esta afección, por sus características, debilita todo el organismo, hasta el punto de hacerlo colapsar en poco tiempo, situación que se empeora porque la mayoría de las personas afectadas padecen otras enfermedades graves, lo que aumenta el riesgo de muerte.

¿A quiénes afecta? Como ya se dijo, las personas que tienen las defensas muy bajas, pero también existen otros factores de riesgo como cirugías recientes, la presencia de diabetes o personas que hayan tenido uso repetido de antibióticos o antifúngicos de amplio espectro. También, dice Álvarez, se debe sospechar su presencia en personas que hayan pasado mucho tiempo en hospitales, principalmente geriátricos, y que además tengan elementos conectados a sus venas, sondas o tubos para respirar.

¿Cómo se propaga? Este hongo habita principalmente los entornos hospitalarios (aunque no exclusivamente), se deposita en superficies y equipos, y los seres humanos pueden transportarlo en su piel. Y el punto clave es cuando logra entrar a la sangre, por cualquier vía.

¿Por qué es tan peligroso? Esencialmente, el peligro está en que es un microorganismo frente al cual, según Álvarez, no funcionan los antimicóticos (antibióticos específicos convencionales), porque han desarrollado resistencia a ellos, además porque muchas veces se confunde con otras especies de ‘Candida’.