Editorial Habib Merheg Marún

Y vuelve y juega, el consumo de narcóticos lo encaramos cada uno de manera más hipócrita. Siempre resulta fácil señalar equivocadamente que el problema es la tolerancia con la producción y la oferta.

Otros son felices responsabilizando a las autoridades por no combatir su producción y consumo. Y por supuesto están los que abogan por su abolición y guerra total a las drogas, mientras se benefician por los réditos del negocio ilícito.

Lástima que sigamos evadiendo lo que nos corresponde como padres para que nuestros hijos puedan conocer sin tapujos, las consecuencias dañinas de su consumo de drogas.

Siempre ha sido más cómodo mirar para los lados y echar a otros la culpa, pero esa no es la solución. La historia de la humanidad nos ha enseñado que empoderando al ser humano, ofreciéndole información adecuada, y mostrándole la cantidad de caminos que tiene para ser feliz, es como no tiene que recurrir a ese consumo.

No debe importarnos tanto lo que otros piensen de nosotros, lo importante es que seamos nosotros los que determinemos el camino a seguir.

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