La pandemia y su exigencia de aislamiento produjo que el sistema de justicia en Colombia adoptara las audiencias de forma virtual, una figura que, superada la emergencia, ha continuado pues sus evidentes ventajas en la agilización de procesos permiten llevarlas a cabo sin importar la ubicación de sus participantes.
Pero, como en todo, siempre hay lunares. Como los que casi se le pudieron ver a la jueza Vivian Polanía Franco quien durante una audiencia virtual encendió su cámara y los participantes pudieron verla “despachando” desde una cama, fumando y en algo parecido a una piyama, tres características lejanas a la supuesta majestad de un juez en funciones.
El periódico El Tiempo citando al periodista de Blu Radio, Néstor Morales, publicó en la mañana de hoy que, según éste, Polanía le había hablado personalmente sobre el hecho y le manifestó estar destrozada, con ansiedad y depresión debido entre otras cosas a las amenazas de muerte que la llevan con 3 años sin salir de su casa y escoltada. También acusó exceso de trabajo, una queja recurrente en todos los jueces del país.
Más allá de las causas, lo que preocupa son las consecuencias. ¿Puede un administrador de justicia trabajar bajo condiciones como las expresadas al periodista radial? ¿Son válidas las audiencias con cámaras apagadas? ¿Quién certifica el estado emocional de la juez y quién la ampara?
Mientras las condiciones no se aclaren y sean cumplidas por todas las partes, no será la última vez que una audiencia virtual tenga tintes de una en Only Fans.