Una de las dos situaciones que ningún ministro de hacienda desea enfrentar ya se presenta en Estados Unidos: inflación. Y la otra, producto en parte de la primera, asoma las narices: recesión.
La cifra de inflación del 9,1% registrada en EE. UU. en el último mes, prende las alarmas en medio mundo pues si la principal economía del globo entra en recesión, podría llevarse por delante al resto sin que exista país que pueda salir bien librado debido al poder de compra que tiene la nación norteamericana.
Por ejemplo, de cada 100 dólares que exporta Colombia, 25 provienen de estados Unidos convirtiéndose así en el principal cliente del país seguido por Panamá con 11, India con 6 y China y Brasil con 4,5 cada uno. El resto se reparte entre muchos países en proporciones mucho más pequeñas.
En una recesión, una de las primeras acciones de los países que la sufren es restringir las importaciones pues su propia capacidad de compra es una de las primeras víctimas. Si esa situación llegara a presentarse, es posible que ese porcentaje de la torta exportadora colombiana se modifique y el país tenga que buscar nuevos mercados que, si la recesión es fuerte, también restringirán sus compras. Es una cadena que puede ser incontenible y ya hay señales según varios expertos, que una situación grave puede presentarse.
De seguir al alza la inflación en Estados Unidos, el aumento en la devaluación de las monedas que se rigen por la estadounidense, seguirá.