Como respuesta a la condena de 6 años de prisión por corrupción, la vicepresidente de Argentina Cristina Kirchner anunció que no será “candidata a nada” en las elecciones de 2023 e instó a sus seguidores a que «tomen el bastón de mariscal, militen, hagan política y salgan a la cancha para defender el proyecto nacional y popular».
Para el peronismo, movimiento de la vicepresidente hoy en el poder, la decisión de la justicia es una persecución política y judicial. Un argumento que no por recurrente es inútil. Por el contrario, la victimiza y esa situación bien explotada le permitirá mantener el poder así sea en cuerpo ajeno pues la condena impuesta la inhabilitó para ocupar cargos públicos.
La condena solo quedará en firme cuando se cumplan todas las instancias por lo que se calcula que pasarán muchos años sin que Kirchner pise la cárcel como ordenó el juez en este primer fallo.
Cristina Kirchner sigue la senda de varios expresidentes latinoamericanos condenados por actos de corrupción como su compatriota Carlos Menem, el ecuatoriano Rafael Correa que evadió la pena yéndose a vivir a Europa y el propio Lulla da Silva quien salió de la cárcel para convertirse, nuevamente, en presidente de Brasil.