Opinión: Francisco Mejía

Creo que todos coincidimos en que hasta ahora el Coronavirus ha tenido un mayor impacto económico, aunque no poco en la salud pública. En el momento que escribí esta columna tenemos en el mundo mas de 110 países con el COVID-19 y en Colombia 34 casos, casi la mitad en Bogotá, y el resto en otras ciudades del país, provenientes en su mayoría de países como China, Italia. Corea, España y Francia. Por fortuna ningún muerto. Por otro lado, ya se empiezan a escuchar opiniones y estrategias que los chinos, especialmente en la provincia Wuhan han podido controlar el virus con resultados sorprendentes que apuntan a contener el impacto perverso en la salud y por lo pronto en Colombia la ciudadanía se concientice y tome las medidas necesarias, como es el lavado de manos y el aislamiento, ya sea por motivo de viaje o por haber permanecido en un entorno de alguno o algunos contaminados. Lo que aconteció en Italia y en España fue una clara irresponsabilidad de la ciudadanía y de parte del Estado de no haber definido una política pública de control de la enfermedad.

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Reconozcamos que desde el año pasado ya existía una tensionalidad entre Estados Unidos y China por el tema de control de aranceles y también las marchas en Europa y Suramérica frente a la inequidad, lo que generó una desaceleración de la economía mundial y una incertidumbre sobre sus efectos. En el tema del COVID-19, China generó la pandemia y no se dimensionó el impacto sanitario que iba a producir en Oriente y Occidente, esto hizo que este país redujese la producción manufacturera y con ello el consumo de petróleo para abastecer las plantas. Como si fuera poco, Arabia Saudita y la Federación Rusa entraron en una disputa sobre lo que debería ser el volumen de producción haciendo que el precio mundial volviese a caer a US 30 dólares el barril. Como dice Carlos Caballero Argaez estos dos fenómenos además de generar una gran incertidumbre sobre la salubridad pública y así mismo, “han generado preocupación por el crecimiento económico global, que fuera de venir lento, se frene drásticamente y el mundo pueda entrar en una recesión. Para el ejemplo, un botón, el ritmo de crecimiento de China cayó y las perspectivas a mediano plazo son preocupantes sobre todo por el excesivo apalancamiento de los bancos, las empresas y los hogares”.

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A decir de Caballero, “El Coronavirus y el petróleo simultáneamente generan dos choques económicos: uno de la oferta- la cantidad de bienes producidos y otro de demanda, la cantidad de bienes y servicios que se compra”. Esas mismas reacciones se predican del caso colombiano, porque nosotros dejamos de exportar petróleo a buen precio y lastimosamente Ecopetrol va a generar utilidades mucho menores que le harán grave daño fiscal en el 2020 y una gran incertidumbre en el 2021. La otra consecuencia, es que ha habido una gran disparada de la revaluación donde la divisa llegó a estar a $4 000 pesos por dólar, lo que pudo ser muy conveniente, si hubiésemos tenido una estrategia consolidada de exportaciones, pero en realidad va a hacer un grave daño para las importaciones que debemos realizar y lo más seguro es que aumente la inflación y con ello el peligro de entrar en un periodo de recesión.

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De prolongarse la falta de control del virus y con ello la caída del petróleo y el aumento del dólar, el año 2021 será mas difícil para Colombia y por ello debemos adoptar una solución integral, de largo aliento y sostenible. Algunos expertos han hablado de la necesidad de adelantar la convocatoria de una constituyente, otros de hacer una nueva reforma tributaria y al contrario de lo que piensan estas dos tendencias, considero que es el momento de adelantar un Gran Pacto Nacional por la reconstrucción del país, bajo el liderazgo de la Presidencia, con la participación de los 3 poderes públicos, los partidos y la sociedad civil, al estilo de lo que Roosevelt realizó en su debido momento en los Estados Unidos y que denominó The New Deal (El Nuevo Acuerdo). Lo primero que hay que dejar en claro, es que por ningún motivo se pueden desmontar los subsidios a los estratos 1,2 y 3 (familias en acción, etc.) y evitar el pánico (“no more fear” – Roosevelt)

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La reforma o Gran Pacto Nacional tendría en una primera instancia que consiste en dictar unas medidas de choque como lo que hizo el Banco de la República para frenar el alza del dólar (vender dólares con precios estables a 30 días y aumentar la liquidez al sistema monetario), el apoyo gubernamental a las empresas aéreas y del turismo vía Bancóldex y agregaría que seria oportuno generar medidas paliativas, como reforzar la inversión en infraestructura y en vivienda para la generación de empleo y mantener el consumo interno. Seria provechoso adelantar una campaña para que se consuma productos hechos en Colombia, especialmente alimentarios, para evitar importarlos del extranjero y el encarecimiento del pan coger, hacer turismo en el país y no afuera por el grave costo del dólar, ambas medidas mantendrían el empleo local y el consumo interno y con ello la desaceleración de la economía no sería tan drástica.

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La otra gran parte del Pacto Nacional son las reformas estrategicas que se deben adelantar en el Congreso a iniciativa de estos y del Gobierno Nacional:

– Repensar la estructura del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).

– La justicia y la lucha a fondo contra la corrupción.

– Régimen pensional y laboral.

– A la Educación y la salud para solo citar las mas urgentes.

– Con todos estos recursos no habría necesidad de reforma tributaria ni de ajuste fiscal.

Director: Habib Merheg Marún