Opinión: Kico Becerra

La exótica decisión del alcalde de Cali, de darle personería jurídica a la «Unión de resistencia Cali, primera línea somos todos”, quienes se han congregado y tomado desde hace un mes un lugar de la ciudad, llamado ahora, puerto resistencia, es sin duda un hecho trascendente, dentro de este despelote generalizado.

Lo primero que hay que decir es que no corresponde a los alcaldes el otorgamiento de personerías a ninguna asociación, por tanto, legalmente no tiene ningún efecto real; es un acto simbólico.

La primera línea: primeros en la protesta, últimos en la política | La  Silla Vacía

Lo segundo es que, se puede interpretar como una burla con los de la famosa “primera línea somos todos”, por carecer de efectos jurídicos o lo que es peor, puede entenderse como una trampa, con los que, hasta hoy, anónimos ciudadanos que siempre han ocultado su identidad, con capuchas y máscaras. ¿Estarán dispuestos a mostrar sus caras e identificarse? ¿Será que el alcalde quiere que se conozcan esos personajes, para ponerles denuncias, como ya lo anunció con los de Ciudad Jardín?

Tercero, ¿este reconocimiento, como ente con beneficios legales, implica empoderar a los representantes de la “primera línea” para poder recibir beneficios económicos o jurídicos? Legalmente al no tener personería jurídica no se podría, mucho más sino son plenamente identificados. ¿Entonces para qué se les da estatus, como persona jurídica?

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Es, sin duda, una leguleyada imaginativa parecida a las mágicas utilizadas durante la pandemia, con los pico y cédula, día de solo hombres o mujeres, etc. A lo mejor «destraba» los diálogos, con el «trabado» alcalde, que han estado bien «trabados» en esa zona de la Ciudad y previene nuevos hechos de absurda violencia.

¿Cómo hace una autoridad civil o militar para reconocer derechos y entablar negociación con quien no se sabe su identidad? Es sin duda un aspecto interesante de esta “alcaldada» sin precedentes.

Cali | Colombia: un instagramer en la primera línea de las protestas en Cali  - Dw

Ñapa: Nadie puede negarle a nuestro alcalde, médico epidiemólogo, su poder curativo con el Covid-19. Gracias a su remedio, llamado paro con minga, se acabó la epidemia y volvemos a la normalidad, merece premio Nobel de Medicina.

Ñapita: ¿ Aparecerá primero el cadáver de Santricht o la estatua del fundador de Cali?