Opinión: Mauricio Guzmán Cuevas

El gobierno de Petro empezó con el acelerador a fondo para cambiar lo que considera malo de las políticas públicas y funcionamiento de nuestras instituciones.

En solo 2 semanas podemos destacar unas de forma y otras de fondo. Sin embargo, hay otras medidas del pasado que vuelven a jugar.

Desde que fue electo nombró de manera informal a su equipo de colaboradores por Twitter. 

Y así le hizo el quite a los medios que estaban acostumbrados a especular con la gabinetología hasta después de la posesión. En éstos anuncios su equipo prejurídico no ha logrado ir a la rueda del Presidente. 

Se nota que quien esté imputado por delitos y no haya medida que le impida posesionarse, se alinea a trabajar. La presunción de inocencia sin descalificación moral o social. Parecido al «mientras los cogen presos que voten». 

Las reformas anunciadas, que requieren consensos o construcción de mayorías con otra rama del poder público, se vislumbra que serán aprobadas. La Razón le cederá el paso al ejecutivo cuando se quiera impedir lo principal de lo adjetivo. Así pasa en el primer año de gobierno siempre. 

La paz total propuesta con todos los grupos delincuenciales es un cambio ambicioso en materia de negociación criminal y hace bien el gobierno en tratar de modificar toda la política antidrogas ensayada por Colombia. Su ineficacia, dolor y muerte nos obligan a cambiar.  Y por supuesto que esta es el combustible principal de la violencia. Los Gringos también parecen comprender que llegó el momento para asumir una nueva postura.

Debe asegurarse que el componente económico de la ilegalidad desaparezca o sino, la violencia de ese medio imperara en todo el territorio. 

Los cambios en las fuerzas armadas no han sido de buen recibo por la forma y propósito. No puede olvidar el presidente que la delicadeza y el tino sirven para persuadir y conquistar.  Imponerse despierta en toda relación desconfianza y resistencia.

Por más antecedentes de confrontación, esta institución ha dado muestras de lealtad y respeto a la voluntad popular. No está bien maltratarlos corriéndolos a un lado, como señal que se le mande al país. Disminuirlos ante la delincuencia es contraproducente. 

Empieza a multiplicarse la ansiedad de muchos sectores sociales por los cambios que esperan y las vías de hecho empiezan a vulnerar el estado de derecho. Un gobernante sin el respaldo de su justicia y la fuerza pública no tiene autoridad.

Hace bien el presidente desplazándose a los territorios a dialogar con la comunidad, los gremios, los gobernantes locales entre otros.

Imprimir acción descentralizada es útil. Ojalá en el futuro esas visitas obedezcan a un plan ordenado donde comunidad y voceros construyan acuerdos de trabajo y no se desperdicie el tiempo en visita social donde solo el más chismoso y audaz accede al primer mandatario.

Los ministros que ha nombrado son un equipo desigual en cuanto a conocimiento y experiencia de su sector.  La mayoría han correspondido a la expectativa de la prensa de querer saber en qué va a cambiar y cómo, su sector. Y se han puesto a especular creando más temor que esperanza.

Sería conveniente que Petro hiciera un alto en el camino rápidamente y se encerrara con el equipo para transmitir lo que espera de cada cartera, lo socialice y armonice criterios y acciones prioritarias. No es bueno cada uno reculando de lo que anuncian el día anterior.

Es muy bueno recordar que el más importante cambio en la mentalidad de los nuevos ejecutivos está en comprender que no están en el primer día de la creación y que la continuidad de políticas públicas es esencial si no se tienen diferencias radicales.

Estas cuando son inclusivas garantizan resultados. Un gobierno fracasa si empieza todo de cero. El patrimonio en conocimiento es una memoria no despreciable de la burocracia que bien orientada y estimulada te sorprenden con los resultados luego.

Si el gobierno establece un manual de funcionamiento mínimo para coordinar la implementación de sus propuestas y acoge con disciplina unos tiempos, puede cambiar muchas cosas. 

Si el presidente no construye equipos de trabajo y confía solo en su liderazgo y arrojo, dudo que logre su propósito.  Son muchos toros embistiendo al mismo tiempo.

Confío que su compromiso con la historia le mantenga elevada la sensatez del buen gobierno. Ahora solo valen los hechos… las palabras se las lleva el viento.