Las noticias que llegan desde Asia y Europa sobre el Covid han hecho resurgir los temores respecto a la enfermedad que ya se tenían por superados gracias a la aplicación masiva de vacunas cuyo uso redujo las consecuencias mortales de los contagios y los contagios mismos.
Pero la decisión tomada por China para flexibilizar su estricta política denominada “Covid cero”, desató una ola de contagios sin precedentes en el país. La estrategia china para enfrentar la pandemia fue útil para frenar la crisis de salud, pero provocó problemas graves en la economía que llevaron, incluso, a que algunos se atrevieran a manifestar su disgusto en calles y plazas algo impensado en un país donde el gobierno controla y reprime cualquier manifestación ciudadana de disgusto hacia sus decisiones.
Ante la crisis, el gobierno de Beijing aflojó un poco y el virus, que esperaba su oportunidad, cayó sobre la población y disparó los contagios al tiempo que prendió las alarmas en los hospitales ante la llegada de personas exigiendo tratamiento.
La flexibilización del control en China provocó, además, el interés de sus ciudadanos por viajar y ante ese hecho, las consecuencias en Europa no se hicieron esperar: los viajeros procedentes de China deberán presentar pruebas negativas de Covid 19 y cada país podrá exigir aleatoriamente a los viajeros que se hagan pruebas al llegar.
La vacunación en China no ha dado los mismos resultados que en el resto del mundo debido a varios factores: el inmenso tamaño del país que dificulta la cobertura total, la poca vacunación voluntaria sobre todo en mayores de edad y el uso de vacunas propias que al decir de los expertos, no son tan eficientes como las creadas en Occidente que usan la tecnología del ARN mensajero. La UE ha ofrecido a China donación de vacunas para mejorar la respuesta inmunológica de sus habitantes.
Procurando mejorar sus índices económicos, China puede descuidar un virus que, como ya lo ha demostrado antes, puede tener mutaciones a variables con potencial de hacer mucho daño.