En el afán de cosechar algunos éxitos electorales en el proceso que se avecina, el Centro Democrático, partido insignia del pensamiento de Álvaro Uribe Vélez, está abriendo la compuerta para que candidatos de todos los colores y tendencias entren a participar con un propósito oportunista y temporal.

Al abrir este boquete harán implosión las distintas tendencias que sienten que el NO del plebiscito por la paz – del que además fueron ganadores, están siendo ultrajados por candidatos llegados en paracaídas que abiertamente desafían ese criterio, que se consideran humanistas de tendencia de Izquierda y que perciben que esa mitad de la población que dio su voto a favor del NO estaba seducida por un hombre irresponsable y guerrerista como muy elocuentemente lo supieron presentar en su momento.

¿Qué gana el Centro Democrático de esta oportunidad?

Algunas alcaldías locales que le eran esquivas, algunos concejales de más en rincones de la patria donde no han tenido eco suficiente sus ideas, pero la pregunta que debe hacerse el Centro Democrático es ¿cómo manejamos el dilema conceptual cuando estén en el poder estos bichos pálidos y pregonen a sus anchas que la nueva tendencia está aquí, que representa el poder elegido y todos aquellos soldados de mil batallas que ganaron con el NO estaban equivocados?

No creo que José Obdulio Gaviria o Paloma Valencia o Susana Correa por no mencionar al Presidente del Senado Ernesto Macías, que seguramente debe presentar un cuadro de hemorroides agudo, estén muy a gusto con estas decisiones y, si lo están, no se dan cuenta del mandril que les trepa pierna arriba.

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