Por Besner Hoyos

La elegancia no se puede comprar, tener el último gadget de la temporada no te da elegancia ni te catapulta a las mejor vestidas. Al fin y al cabo la ropa es la expresión de la personalidad y alguien que necesita reafirmarse con un logo o una marca, no está muy bien de autoestima.

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El estado ideal de la moda esta en las pasarelas y ese es el error en que caen las “fashion victims”: creer en todo lo que ven en las pasarelas. No todo lo que brilla es oro, ni todas las vacas dan leche.


El estado ideal de la moda esta en las pasarelas y ese es el error en que caen las “fashion victims”: creer en todo lo que ven en las pasarelas. No todo lo que brilla es oro, ni todas las vacas dan leche.


No por estar al día se es elegante y creer que porque se gaste una fortuna en ropa, la elegancia vendrá dentro de la bolsa.
Aunque muchas sueñen con unos Stilettos Louboutin, tienen que conformarse con unas copias nacionales que compraron en el Pasaje Cali; aunque se enamoren de un bolso Fendi, tienen que comprarse un “clon impostor” en San Andresito o comprárselo a la amiga cuyo esposo trajo un gran contenedor con ellos desde la China. Aunque, aunque, aunque…


Tantos aunques y peros, “tenemos que…”, ¿En serio tenemos que preocuparnos por esos peros para vestirnos? ¿No tenemos hipotecas, problemas familiares, competencia laboral y problemas económicos suficientes como para preocuparnos por la moda?
Sí, es verdad que intentamos seguirla, intentamos estar lo más “in” posibles, intentamos tener los “must” de la temporada. Todos lo intentamos pero pocos llegan en realidad a conseguirlo, pocos llegan a olvidarse de esos “peros” en este mundo que es la moda.
¿Pena y tristeza porque no lo conseguiremos o alegría e ilusión por soñar que si lo haremos?


Yo no estoy en contra de las “fashion victims”, me parece que son una petite reducto de la moda; lo que me molesta es que crean que Prada es la quinta esencia y que el logo el Santo Grial. Idolatran a Roberto Cavalli y convierten en megaestrellas a las Kardashians; pero eso no es elegancia, como mucho, tendencia, y es en esa espiral sin salida donde han hecho caer los estilistas a María Juliana Ruiz, la primera dama de Colombia; pero esa es sólo una de millones de mujeres colombianas permeadas por una cultura de dudosa factoría donde lo importante no es verse bien, si no vestir costoso y ostentoso de acuerdo a sus gusto básico o carencia de él.


Hay que verlas enfundadas en corpiños donde la “palabra de honor” se convirtió en afrenta pública o caminando como Hobbits porque ya no soportan los 10 y ½. Con enormes anteojos Gucci que más parecen caretas de soldador. Cayendo en la terrible solución gringa: “ ¿problemas?: más cabello sintético, más rubio!”. ¿Comodidad?: ¡unos leggins floreados alegrarán la vista de todos los pervertidos en el parque!

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Hay que verlas enfundadas en corpiños donde la “palabra de honor” se convirtió en afrenta pública o caminando como Hobbits porque ya no soportan los 10 y ½. Con enormes anteojos Gucci que más parecen caretas de soldador. Cayendo en la terrible solución gringa: “ ¿problemas?: más cabello sintético, más rubio!”. ¿Comodidad?: ¡unos leggins floreados alegrarán la vista de todos los pervertidos en el parque!


La elegancia va con la persona, y pese a que me gusta la moda creo que las tendencias están para adaptarlas al cuerpo y al estilo propio. A mí me gustan las cosas hermosas, admiro la belleza y por ende la moda y creo que la elegancia no está en un logo o una marca; está en una actitud, una forma de moverse, de hablar, de tener modales, de ser elegantes usando una simple camiseta y adaptando las tendencias al cuerpo, a los «gordos» y los «bananos» que llegan con la edad, sin caer en el error de creer que tener la última tendencia encima, opacará a las demás damas que, en muchas ocasiones, son más consecuentes con sus cuerpos que aquellas «fashionistas» que perdieron el norte y, por estar tanto tiempo entre modelos de piernas infinitas, olvidaron que sus piernas se elevan a pocos centímetros del piso o ya no son conscientes que sus ancestros siempre fueron de huesos gruesos y tobillos inexistentes.


Pero no todo está perdido, creo que la mujer latina y mucho más la Colombiana, esta mejor encaminada a seguir un estilo propios y no seguir la tendencia año tras año; claro que siempre existirán las “María Julianas» y otras tantas por ahí que se me escapan que no hacen sino confundir a algunas “fashion victims” potenciales, trayendo de vuelta cosas que debieron ser olvidadas para siempre como las chaquetas de jean con pedrería.

Director:  Habib Merheg Marún