El papá de la apertura económica durante el gobierno de César Gaviria, Rudolf Hommes, ha venido en los últimos meses exponiendo algunas opiniones sobre temas económicos y políticos que francamente vale la pena revisar y discutir.
Algunas sorprenden viniendo de quien vienen, pero no hay que olvidar que el exministro de Hacienda no es propiamente un loco que habla por hablar sino que por el contrario, sabe sostener sus propuestas como lo ha hecho desde cuando decidió que la mejor alternativa a la presidencia era Petro y no por el programa económico expuesto por el candidato -sobre el cual ha dicho que tiene cuestionamientos-, sino porque era la oportunidad de tener un gobierno verdaderamente popular a través del cual se “pudiera consolidar la paz” e “iniciar un largo periodo de prosperidad, armonía y justicia social” en palabras del propio Hommes en su cuenta de Twitter en la que es asiduo opinador como “liberal de izquierda”.
Sus trinos sobre temas económicos son de lo más interesantes y generan polémica. El 19 de julio trinó:
“La exportación de ganado en pie es regalarles comida a los países de destino, los más ricos del mundo, y exportar puestos de trabajo a esos mismos países. Es hora de prohibir esa exportación y de darles trabajo a los frigoríficos, aprovechando el cambio de gobierno.”
Hay una vieja discusión al respecto entre quienes defienden el statu quo (exportar ganado en pie, en este caso), o pasar a la manufactura de la materia prima y exportar producto final terminado (en este caso podría ser carne en canal refrigerada). Obviamente lo primero es lo mas fácil, lo mas expedito, lo menos exigente, pero a la vez lo que menos réditos deja. Y hablo de réditos en cuanto a divisas, pero, sobre todo, en cuanto a empleos, infraestructura y movimiento de la economía.
El caso del café es de los mas notables y dolorosos. Se sabe que producimos el café más suave del mundo, pero insistimos durante decenios en importarlo en grano para que otros lo tostaran y lo vendieran molido quedándose ellos con el mayor margen que el negocio puede dejar. En los últimos años y luego de vencer muchos obstáculos legales, hay incipientes exportaciones de café molido, pero son insignificantes respecto al potencial. Si en lugar de tener una marca como Café de Colombia para vender la franquicia de su uso, exportáramos todo el Café de Colombia rotulado por regiones, taza, grados de tostión, el ingreso por divisas se multiplicaría a escalas estupendas sin contar con los cientos de empleos que demandarían las plantas de producción. Pasar de exportar las uvas a exportar el vino, de vender aceitunas a vender aceite de oliva.
Obviamente habría que sacar del adormecimiento a las entidades encargadas del comercio exterior y poner allí a verdaderos líderes que entiendan el valor de la riqueza que Colombia tiene y puede explotar.
También pensar en las alianzas entre la empresa privada y el gobierno para, de una vez, crear un plan a mediano plazo y producir la comida que hoy se importa. Como lo dijo el exministro Hommes en otro trino:
“Necesariamente tendremos que comenzar a expandir la frontera agraria, sustituir importaciones de maíz, soya, arroz y trigo. Si podemos producir cebada probablemente podemos producir trigo. Posiblemente Bavaria podrá ayudarnos”.
Si el gobierno de Petro se hizo elegir como el del “cambio”, en el sector agroindustrial tiene suficiente tema en qué trabajar para conseguir que Colombia pase de vender cueros a bajo precio a vender zapatos terminados con mucho mejor margen de ganancia.