Iván Duque decidió que durante su gobierno no concedería entrevistas a los medios y las pocas que ofreció fueron a quienes él consideraba sus amigos y que sabía no le iba a hacer preguntas comprometedoras.
Dentro de esa lógica de no cumplir su deber de informar a la prensa, aprovechó la pandemia para inventarse un programa diario en que durante una hora de lunes a viernes hacía de director, entrevistador, entrevistado, en fin, se fabricó su propio medio a su medida. Fueron más de 6 meses en que su programa llamado Prevención y Acción fue la plataforma a través de la cual informó sobre sus realizaciones como presidente más allá del tema de la pandemia, asunto que poco a poco fue desplazado por el de la propia propaganda de su conductor, Iván Duque.
Llegó a tal nivel de creatividad que decidió “auto entrevistarse”. Y en inglés. Y con una puesta en escena que rayaba entre lo misterioso y lo risible: fondo negro, sin mirar a la cámara sino hacia otro lado, con pronunciación impostada y, obviamente, diciendo lo que él quería sobre los temas que se le antojaban.
Fue claro durante todo su mandato que estaba alejado de la realidad. Lo demostró en las protestas cuando visitó Cali a hurtadillas y de madrugada. O como cuando se disfrazó de policía para ir, bajo la sombra de la noche y su redoblado esquema de seguridad, a un CAI a felicitar a algunos policías en momentos en que la crítica hacia esa fuerza estaba en el máximo nivel debido a los excesos, los muertos, los desaparecidos.
Esta semana, a pocas horas de dejar la presidencia, decidió a atender a la prensa y a dar cuanta entrevista quiso, no cuanta entrevista se le solicitó porque nunca atendió a los medios o periodistas verdaderamente críticos.
En una de ellas confesó que no veía noticieros, no escuchaba radio, no leía prensa ni revisaba las redes sociales. ¿Cómo puede gobernarse una nación que se ignora? ¿Cómo se podía enterar de lo que pasaba en la calle si solo escuchaba a sus funcionarios que seguramente apenas le contaban una parte o más bien, andaban tan desconectados como él?
Retrata el saliente presidente a una inmensa mayoría de gobernantes y funcionarios que se creen con derecho a fabricarse su propia burbuja donde solo existe el mundo que ellos creen y cierran el contacto con la realidad.
El congresista liberal Juan Carlos Losada dijo en una entrevista cómo se llamaba eso: falta de calle. La misma que le faltó a Duque. Tanto que, para no pisarla, hacía poner tapete rojo bajo sus pies.