Por: Habib Merheg Marún
Al que hoy anuncie su intención de voto para las elecciones del próximo 19 de junio, le caerán rayos y centellas.
Si dice que va por Rodolfo Hernández, recibirá una tanda insufrible con la mitad de los peores adjetivos que se encuentren en el diccionario. Y si dice que lo convence Petro, será merecedor de la otra mitad de los adjetivos que tenga la lengua castellana con agregados propios de la cosecha local que, por demás, es bastante extensa.
Y si no se define o anuncia que votará en blanco, es muy posible que reciba como respuesta a su muy respetable forma de actuar, todos los adjetivos del español juntos y algunos que aún no acepta la Real Academia de la Lengua.
Está pasando ya. En lo público y en lo privado, en el trabajo y en las familias. Alejandro Gaviria anunció su respaldo a Petro a través de un video en su cuenta de Twitter y le han sobrado insultos del otro lado. Los Galán dicen que el Nuevo Liberalismo irá por Hernández y en redes no los bajan de vendidos y hasta se atreven a describir de qué tamaño fue lo que pidieron a cambio. Fajardo no logró que Hernández modificara su plan de gobierno tal como él se lo pidió y no fue aceptado allí luego de lo cual declaró que “nunca votaría por Petro”. Rayos y centellas con bonus para el excandidato del centro.
Y así vamos partiendo en pedacitos este país y casi sin darnos cuenta nos vamos llenando de odios que nada aportan.
Yo aplaudo cada vez que un colombiano canta su voto sin importar por quién sea. Si es mi amigo no dejo ni dejaré de considerarlo como tal por el simple hecho de sus preferencias políticas así difieran de las mías. Sean religiosas, de género, de gusto, de religión… Y si no es mi amigo, lo respeto por igual.
Porque mas allá de una elección, seguiremos con nuestras vidas, seguiremos encontrándonos con esa persona en el ascensor, en el restaurante, haremos negocios con él o ella y si nos lo proponemos, podemos seguir trabajando por el país sin necesidad de odiarnos por nuestras preferencias o por nuestras ideas.
Cabe recordar que la Violencia en Colombia tuvo su gran motivador en el odio político más simple, pero más brutal: si era conservador, el liberal lo violentaba y al revés. Fue común hasta hace relativamente poco tiempo que hubiera pueblos enteros de uno o de otro color. Por la simple razón que dependiendo del color que pregonaran se tuvieron que ir desplazando y juntando con sus similares para lograr la protección de grupo o, mínimo, para vivir con alguna tranquilidad.
Hoy vemos que el “Odio a Petro” o “Petrofobia” o frases propagandísticas tan oscuras como “Cualquiera menos él”, usada por la campaña de Fico, ha provocado que gente de opiniones muy diversas y muchas veces contrarias, le hagan un homenaje al “tu enemigo es mi enemigo”.
Menos odio y más programa de gobierno. Menos pasado con lupa y más futuro con optimismo.