Los escándalos sexuales que han protagonizado sacerdotes católicos alrededor del mundo, son quizá el lunar más grande y oscuro que carga la iglesia de Roma y sobre el cual cada día aparecen nuevos casos cuyas víctimas muy pocas veces encuentran justicia.

En la Asamblea Plenaria número 114 del Episcopado colombiano celebrada la semana anterior en Bogotá, los obispos allí reunidos decidieron pedir perdón a las víctimas de lo que ellos llaman “flagelo”, refiriéndose al abuso sexual cometido por los sacerdotes católicos.

El encargado de esa petición de perdón fue monseñor Luis José Rueda Aparicio quien, como presidente de la Asamblea, reconoció que el abuso sexual “…es un crimen, un pecado grave, un delito”.

Las cifras de la Fiscalía sobre el delito de abuso sexual cometido por curas, hablan de 42 denuncias en los últimos 13 años de las cuales solo 6 habían superado el proceso hasta llegar a condenas efectivas.

Esos números de la Fiscalía presentan, como todos los casos de abuso sexual, un sub registro de magnitudes difíciles de determinar toda vez que las víctimas no denuncian ante las entidades para no sentirse revictimizadas durante el proceso.

La solicitud de perdón está bien pero no hace mucho para acabar con las causas, entre ellas, la de la obligación del celibato.

Habib Merheg Marún