Opinión: Kico Becerra

No sé hasta cuándo aguante el corazón los latigazos que le dan las noticias de la muerte de los entrañables amigos.

Cómo quisiera no seguir escribiendo notas luctuosas a los seres cercanos que día tras día nos dejan para siempre.

Mi amigo de muchísimos años, Javier Ayala Alvarez, nos ha dejado. Con él una estela infinita de buenas maneras, de señorío, de voz pausada y cadenciosa, del consejo sincero, del comentario inteligentemente irónico, del análisis del último libro leído, de la pregunta capciosa para provocar humor, de la amistad leal y sincera.

SecretaríaSenado 🇨🇴 on Twitter: "Lamentamos el fallecimiento del  reconocido periodista Javier Ayala Álvarez,expresamos nuestras condolencias  y abrazo solidario a su esposa, hijos,familiares y al gremio periodístico  colombiano por tan triste noticia ...

Conocí a Javier a principios de los años 80, cuando fui elegido al Congreso; como paisanos vallecaucanos, él nacido en Cartago y educado en Buga y yo Palmirano, surgió una empatía que nos llevó con los años a ser buenos y cercanos amigos.

Cuando fui gobernador gestioné y logré la iniciación del canal de TV: Telepacífico; era fundamental que iniciara con un buen noticiero regional. Javier Ayala y Gabriel Ortiz eran los directores del mejor noticiero, por ese entonces, el famoso e irrepetible Noticiero Nacional. Recurrí a ellos para que, como vallecaucanos, ayudaran a construir el noticiero del reciente canal.

Con gran profesionalismo se encargaron de ser los primeros directores de Noti5 que lleva 33 años funcionando, siendo el más antiguo del País; se asociaron con prestantes empresarios e iniciaron esa quijotesca empresa.

Javier Ayala: adiós a un decano del periodismo - PressReader

Ayala fue la imagen viviente del buen periodista. Ético por encima de cualquier cosa; preciso en la noticia, nunca publicó algo sin haberlo comprobado; sabía guardar la noticia confidencial, si se había comprometido con eso; nunca sacrificó amigos por el afán de la chiva noticiosa; su trato personal era siempre respetuoso, sus noticias también se daban con riguroso respeto.

Como amigo, inigualable, solidario, consejero acertado, era el mismo en las buenas y en las malas; profundamente afectuoso, no solo con sus amigos sino, con todas nuestras familias.

Miembro de familia excelente, siempre pendiente de su círculo familiar. Fue un hijo y hermano maravilloso; padre solícito, pendiente de la educación y progreso de sus hijos. Compañero de vida solidario y admirador de su pareja; apoyándose mutuamente, Carmen y Javier construyeron un hogar donde primó una cariñosa solidaridad.

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Javier fue, ante todo, un SEÑOR, en toda la extensión de la palabra; caballero de comportamiento sin tacha; lector infatigable; siempre al día, compartíamos el vicio de los libros. Era el campeón de la lectura rápida; singular y envidiable destreza.

Hace menos de un mes me reuní con él, en Bogotá, en compañía de su gran amigo y compañero de trabajo Gabriel Ortiz y, Oscar Alarcón, en un almuerzo para, entre otras, recordar la memoria del gordo Artunduaga, recientemente desaparecido a causa también del Covid-19. Nunca sospeché que fuera nuestra despedida; lo que sí sé es que fue una velada inolvidable, donde el humor y las anécdotas hicieron sus mejores galas.

A su familia nuestro acompañamiento fraternal en estos tan tristes momentos. A sus amigos quienes compartimos el gozo de su existencia, mi invitación a que evoquemos a Javier, con la alegría que nos deparó la fortuna de haber compartido con nosotros su existencia.

Mi querido Javier: Sabes del dolor que me da tener que escribir esto con motivo de tu partida. ¡¡Hasta pronto!! Señor de Señores.

Habib Merheg Marún