Opinión: Mauricio Guzmán Cuevas

Todo empezó cuando ella iba a cumplir 420 años de fundada.

Yo nací el 22 de mayo de 1.956 y después de “una defensa férrea que hiciera mi madre ante los médicos de la clínica de Occidente, el engendro cabezón fue considerado un niño y no un monstruo…», por poco ese día pudo terminar todo para mí.

Tal vez por eso «agradezco a la vida que me ha dado tanto…» y a mi Cali bella haberme recibido entre sus brazos.

Desde ese entonces he disfrutado lo hermoso de su territorio; la expresión siempre amable de sus habitantes y admirado su tenacidad y esfuerzo solidario para ofrecer bienestar a sus hijos.

Tenía escasos 2 meses y medio de vida cuando la explosión del 7 de agosto de 1.956 hirió de muerte su cuerpo social y desde el dolor de esa tragedia logramos sanar y reconstruir el brazo destruido de nuestra ciudad. Tal vez el recuento histórico de esa catástrofe, repetido por familiares y medios de comunicación, formaron en mi espíritu la confianza de superar la adversidad.

Disfruté a Cali desde mi niñez con mis compañeros del colegio y vecinos de barrio. Por el Río Cali saltábamos su lecho y aguas de piedra en piedra cumpliendo «gorros» desde el bosque municipal hasta el puente Ortiz. 

Subíamos a las lomas de Bellavista y el Mameyal a elevar cometas; apostar carreras a caballo hasta Cristo Rey o tirarnos en carro de balineras desde Benalcázar hasta el museo de historia natural. Jugábamos fútbol con compañeros de Terrón Colorado y bellavista en una integración saludable que despertó mi compromiso social con los excluidos.

Sus familias desplazadas por la violencia o la pobreza los había traído a Cali donde consiguieron techo, trabajo y más adelante suplir sus necesidades básicas para vivir dignamente. 

Esta fue la historia de mi ciudad en cuanto a crecimiento poblacional. Oleadas de migrantes del Occidente de Colombia que encontraron oportunidades y compromiso de emprendedores públicos y privados dispuestos a invertir los presupuestos necesarios para transformar esos asentamientos en barriadas habitables.

Durante estas últimas 6 décadas nuestra ciudad ha sobresalido como una de las líderes deportivas de América realizando muy buenos juegos panamericanos y mundiales del Pacífico, así como otros eventos de talla internacional.

Hemos sido ejemplo mundial como ciudad recreativa y saludable. La Corporación para la Recreación Popular es un modelo replicado en varios continentes.

 La Red de Salud pública y privada está a la vanguardia de la OMS y nuestros médicos hoy dirigen centros hospitalarios a nivel mundial.

En Cali construimos uno de los modelos habitacionales de interés social Decepaz más destacados del mundo.

Fue en Cali donde se lideró la implementación de una de las más grandes plantas de tratamiento de aguas residuales en América Latina como un compromiso claro con la recuperación de nuestros ríos.

El modelo educativo Mi Comunidad es Escuela se abre paso para mejorar calidad educativa e integra a padres y docentes como debe ser.

Estos testimonios de progreso humano y desarrollo físico no hubieran sido posibles sin una visión Regional y Solidaria.

Cali ha cumplido un papel preponderante contribuyendo a que el Valle del Cauca y la región crezcan como ciudades.

Y sobre todo internacionalmente es reconocida como la capital solidaria con el sector fundacional más fuerte y sólido.  Aquí nació el concepto de responsabilidad social empresarial.

Sé que me faltaría espacio para destacar lo útil y productiva que ha sido la vida Caleña. Sobre todo, aquellos logros individuales, deportivos, profesionales, científicos, políticos, empresariales, académicos que nos han permitido crecer y disfrutar la vida.

Hoy cumple también el Diario Cali 24 horas 2 años.

¡A su director y equipo felicitaciones! Le han dado a mi vida la alegría de permitirme divulgar mis opiniones.

No me detengo en nuestros yerros y defectos. ¡Estamos de celebración y hoy en tu cumpleaños, mi Cali del alma, te expreso mi gratitud por permitirme tanta felicidad!