La empresa ganadera más grande de Brasil y tal vez la más fuerte de Latinoamérica con base en Amazonas, busca entrar a la bolsa de valores de Nueva York, pero para ello deberá renunciar a la continua deforestación que ejerce en el Amazonas y tampoco podrá seguir comprando ganado robado en la frontera por parte de grupos irregulares.
JBS es una empresa con más de 250.000 empleados, de los cuales 142.000 están en Brasil. Los hermanos Joesley y Wesley Batista, son acusados de acaparamiento de tierras, de trabajo esclavo, violación de los derechos de las comunidades indígenas y locales y grandes escándalos de corrupción durante muchos años.
En 2017, Joesley y Wesley Batista confesaron que en los últimos años habían pagado sobornos por $600 millones de reales (US $187,5 millones) a 1.829 políticos de 28 partidos en Brasil a cambio de favores en sus negocios.
Los hermanos, Joesley de 49 años y Wesley de 51 años, fueron puestos en libertad en julio de este año, luego de permanecer en la cárcel durante cuatro años por escándalos de corrupción y aceptar pagar USD 2.000 millones en 25 años a las autoridades de Brasil y USD$ 256 millones al departamento de Justicia de los Estados Unidos. Durante este tiempo, Wesley Batista hijo, de 30 años, tomó el control, aunque los miembros de la familia y ejecutivos de JBS mantienen la mayoría en la junta directiva.
Lo más curioso del asunto es que la JBS no ha parado de crecer. Con los hermanos fuera de la cárcel, la empresa hoy vale tres veces más de lo que valía en 2017. Su poder también tiene una explicación: el respaldo del presidente Bolsonaro, quien ha sido un férreo defensor de la ganadería en el Amazonas. Además, la ministra de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, Tereza Cristina Dias, ha sido acusada en varias ocasiones de eximir de impuestos y hacer negocios personales con JBS.