Opinión: Kico Becerra

La opinión pública es un concepto abstracto, cambiante, sugestionable e indudablemente cierto.

Tanto que, se puede medir, por medio de encuestas. Ha sido siempre así, hasta al teatro fue llevada por Lope de Vega en su famosa obra «fuente ovejuna».

Esa conciencia colectiva indica la percepción colectiva de los hechos y de sus gobernantes. Con dos ejemplos veremos lo acertado o no de esta famosa opinión:

1- Cuando se nombró al payasito Santos embajador en USA, los comunes y corrientes , percibieron que era un grave error. Ahora, con el lío del New York Times, el Canciller Holmes debe viajar para dar explicaciones. Si hubiera un embajador de peso, esa sería su función.

2- La última encuesta de opinión indica que, los problemas que más preocupan a los caleños son, la inseguridad, la corrupción, el desempleo, la vivienda y, en séptimo lugar, la movilidad. Sin embargo, los autoproclamados voceros comunitarios, colocan ese problema como el más grave.

Aquí aparece el intérprete que dede ser el gobernante, para ejecutar su acción de gobierno.

  • En el caso del chapatín Santos, para subsanar el error, debería cambiarlo y,
  • En el caso de la movilidad, para darse cuenta de la verdadera magnitud del problema.

Ver si, hace 3 años, ese problema era concebido como más importante, lo que significaría que se acertó o no en su manejo.

Ahí salen los gobernantes sintonizados o desconectados con la opinión.

Ñapa: ¿Saben en cuánto subieron las multas por el antitécnico paso en amarillo? En 6.000 millones, en solo 3 meses. ¿Hasta cuándo irá este abuso?