Opinión: Mauricio Guzmán Cuevas

El Congreso de la República en Colombia es un cuerpo colegiado, bicameral, elegido por el pueblo e integrado por el Senado de la República y la Cámara de Representantes y le corresponde, esencialmente, reformar la Constitución, hacer las leyes y ejercer el control político sobre el gobierno y la administración.

A Galán le escuché esta respuesta cuando le pregunté si valía la pena que lo eligieran a uno congresista para representar a los ciudadanos y defender unas ideas en la construcción de una mejor sociedad.

Parodiando a un profesor de ciencia política italiano al hacerle un alumno la misma pregunta me contestó «En el congreso usted encuentra todo tipo de personas.

En un 15% usted encuentra la mejor gente que puede encontrarse en la vida. Los más inteligentes, estudiosos, laboriosos, honrados. Líderes integrales.

En otro 15% se encuentra con la peor gente que se puede encontrar. Ventajosos, irresponsables, resueltos a saquear el botín de lo público.  Malas personas.

Y, en un 70% con la gente que comúnmente usted se encuentra en la vida. Una expresión calcada de lo que da la tierra.

Pero es el sitio donde mejor se prepara un líder comprendiendo la diferencia y persuadiendo lealmente a los contrarios para avanzar».

De modo que es el escenario más parecido a la comunidad en que se vive. Desigual en muchos sentidos. Al fin y al cabo, sus integrantes son hijos de la sociedad que tenemos.

Comprendo el deseo de los más informados del país por exigirle estándares de comportamiento acorde con la investidura que ostentan, pero eso es injusto. Algunos apenas leen, otros escasamente conocen las particularidades del sector que representan y solo unos pocos por su conocimiento y experiencia tienen una visión integral del Estado.

Con el cambio de gobierno, en esta primera etapa, se ha concentrado la atención del país en el Congreso. Petro sostiene que para que su programa del Cambio funcione se requieren varias Reformas Legales.

A su vez algunos congresistas se comprometieron a modificar varios comportamientos que chocan a la opinión pública. Podríamos destacar los principales:

1. Más intensidad laboral.

2. Austeridad en sus gastos.

3. Independencia del ejecutivo para controlar y no ser apéndice.

4. Respeto a las minorías

5. Publicidad de sus decisiones para comprobar consecuencia.

Como vemos, tienen los actuales congresistas una oportunidad excelente para elevar el reconocimiento y aprecio del país sobre su utilidad y eficacia. Torpe sería no comprender que le sobran razones a la ciudadanía para no creer en los políticos.  Sobre su comportamiento recaen las críticas más recurrentes.

Pueden ser injustas, pero no se ayudan.

Es cierto que su actuación es más verbal que de ejecución, pero aún allí les cabe responsabilidad sobre las malas acciones del gobierno por la falta de control.

La expectativa nacional este primer semestre será como se juegue el partido entre Ejecutivo y Legislativo. Qué tan limpio, responsable y justo será el cambio por la vía democrática que nos demos. Cómo construir decisiones donde impere el poder de la razón y no la tiranía enmermelada.

Mejor dicho. Tienen una oportunidad excelente los congresistas, los partidos, políticos y el Gobierno para reivindicar la colaboración armónica ente las ramas del poder colocando por encima el bienestar común. Es lo menos que el presidente Petro puede hacer por el escenario desde el cual los colombianos lo admiraron.

¡No la vayan a embarrar!