Con esa frase, el presidente de la república, Gustavo Petro, le respondió al presidente del senado, Efraín Cepeda, cuando éste a través de X afirmó: “Si la consulta popular fracasa, el gobierno Petro queda desinstitucionalizado (sic)”.
“Me arriesgo. Pongo el gobierno en manos del pueblo”, fue la respuesta completa del primer mandatario que cuenta al día de hoy con 8 millones cien mil seguidores en esa red social.
Y se arriesga el presidente, no cabe duda.
Porque los ejemplos de consultas populares recientes en Colombia, no son muy favorables a sus promotores. El plebiscito por la paz, es quizá el ejemplo más claro: nadie, absolutamente nadie daba un peso porque ese plebiscito lo perdiera el gobierno Santos. Y lo perdió. Por muy poco margen, pero lo perdió.
No contó con la estrategia de quienes se oponían (un sector muy poderoso del país), al acuerdo con las FARC los cuales no vacilaron en “mezclar todas las formas de lucha” (incluyendo el famoso “sacar a la gente a votar verraca…”, confesado por uno de sus gestores al calor de unos cuantos aguardientes tiempo después).
Fue quizá la demostración más poderosa del manejo de la opinión pública por parte de quienes se oponían al Acuerdo dentro de los cuales no estaban ni la mitad de los que hoy se le oponen a Petro pues, por lo menos de labios para afuera, el presidente no cuenta sino con los partidos de izquierda y estos no tienen ni la organización, ni la cobertura, ni la experiencia para convocar a las masas de la manera que un evento electoral de la magnitud de la consulta popular requiere.
¿Podrá la influencia mediática del presidente mover la opinión a favor de su Consulta Popular en la que tendrá que sacar más de 13,6 millones de votos y, de ellos, al menos 6,8 millones afirmativos en cada una de las preguntas? Lo dudo.
Lo dudo no tanto por la naturaleza de los temas que se vayan a consultar, sino porque de los resultados obtenidos dependerá en mucho la próxima campaña tanto de Congreso como de Presidencia. Es una “provocación” que sus opositores intentarán aprovechar.
Tal vez eso fue lo que quiso decir Cepeda, seguramente: si gana el no o si no se obtienen los millones de votos necesarios, el dañino pulso que han sostenido Congreso y Presidente tendrá un ganador y no será precisamente el primer mandatario.
“Me arriesgo” dijo el presidente. Nunca mejor dicho por nadie.