Un inmenso grafiti con el título de esta columna resaltó durante muchos años por allá en los 80’s sobre el muro blanco de lo que fuera la mansión de un reconocido médico, ubicada en la zona céntrica de la ciudad de Pereira.
Obviamente, el grafiti tenía firma y desapareció con la casa cuando la demolieron y sobre el inmenso lote que albergaba una sola familia, construyeron un edificio multifamiliar.
Lo que no desparecerá es la esencia del mensaje: un estómago vacío es campo fértil para que florezcan todas las reacciones humanas que intenten llenarlo desde las que invitan a combatir el sistema que supuestamente es el culpable de la situación, hasta las que tientan al necesitado a buscar los recursos que acaben con la misma por métodos no del todo legales.
Hay muchas ópticas para el tema: la de las iglesias, la de la FAO, las de los gobiernos de todas las ideologías. Algunos critican que mientras unos despilfarran la comida, otros la rebuscan entre las canecas de basura. Otros han prendido las alarmas porque el tema del hambre pase de ser un asunto de desigualdad o mala repartición a convertirse en una nueva plaga resultado de muchas de las acciones humanas como las guerras o el cambio climático.
Ya estamos viendo cómo entre Rusia y Ucrania y su guerra sin sentido, la despensa de la humanidad puede irse desocupando sin tener con qué remplazar lo que estos países suministraban por lo menos en el mediano plazo. Consecuencia de ese conflicto y de la sequía en algunos casos y del exceso de lluvias en otros, naciones como India decretaron la suspensión en las exportaciones de trigo para garantizar el suministro para sus habitantes. Sin el trigo hindú y con Rusia y Ucrania en graves problemas, un producto vital para la mayoría de las mesas del mundo, podría -luego de incrementar su precio, primera consecuencia lógica de la escasez-, podría, repito, escasear a niveles graves. Igual podría suceder con el maíz y muchos otros productos agrícolas básicos para la alimentación humana.
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Los mayores exportadores del mundo tienen claro que, primero, está su población y luego los demás. Es lo que se llama ahora seguridad alimentaria. Cuando un país como Estados Unidos de donde traemos la mayor parte del maíz que usamos en la fabricación de concentrados para animales vea amenazada su propia provisión, cortará las exportaciones sin que le importe mucho quién se queda sin insumos. O sin comida.
Seguramente falta que se cumplan ciertas condiciones para que eso pase, pero con lo sucedido con el trigo hindú y la invasión rusa a Ucrania, ya vimos que puede pasar y de manera más fácil de lo que pensábamos.
Como mencioné al principio, el grafiti estaba firmado: M19. La ex guerrilla de esos años sentenciaba que con hambre no habría paz. Hoy, uno de quienes conformó esa guerrilla está muy cerca de convertirse en presidente. Sin duda es una muestra de madurez democrática que un exguerrillero de un grupo que se desmovilizó, entregó sus armas y entró en la contienda política, tenga una opción fuerte de llegar a la presidencia y, sin duda, es una oportunidad de demostrar que se puede pasar de la queja de un grafiti a la toma de decisiones correctas para que consolidemos la paz y acabemos con el hambre.
