Opinión: GUSTAVO GARDEAZÁBAL

En Colombia siempre ha pasado de todo y al final no pasa nada.O no tenemos medida del acontecer histórico  o no tenemos paciencia o,lo que es peor, dejamos que al país lo manejen gobernantes inútiles que no tienen capacidad de traducir lo que su pueblo les pide o políticos que apenas saben camuflar sus verdaderos intereses económicos personalistas.

Por eso tal vez resulte tan extraño el múltiple sentimiento que ha despertado el convocado paro del 21. Hay quienes están esperando el día para poder desahogarse y otros que ya se están armando de palos y chalecos para defenderse de los capuchos.Probablemente porque por primera vez el país se siente sin presidente pues al que hay ni le cree ni lo sigue ni guarda esperanzas en su accionar. O quizás porque en la vecindad las masas se han rebotado .O de pronto, quien quita,porque el país por fin se ha dado cuenta que es injusto y que no le exige a los nuevos guerrillos que no  recluten niños pero le prohíbe a los soldados que disparen contra esas nuevas bandas. O porque ya nos dimos cuenta que mientras los cebolleros de Ocaña tienen que botar su producción porque no tienen subsidio alguno,los cultivadores de caña del Valle reciben el sobreprecio para  el etanol y así salvan que se pierda la mitad de la cosecha.

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Por cualquiera de las tantas causas que existen, el país se ha dado cuenta que está construido sobre la injusticia, y está descubriendo por las redes, que ha sido parapeteado en  la mentira. Protestar parando o marchando el 21.Alentar capuchos neoleninistas o contratados por la derecha uniformada para que permitan el espectáculo de la destrucción.O gemir por las redes advirtiéndole a los que no pueden aceptar que la horda acabe con su comodidad y que ellos saldrán a defender lo suyo, es abrirle las fauces a una guerra de nadie contra nadie porque el único que debía oir no lo va a entender y no hay nadie que se atreva a servirle de traductor para que se entere de lo que Colombia pide a gritos.

Director:  Habib Merheg Marún