Los cantos de sirena de unos y otros anunciando de manera apocalíptica el entierro de la justicia transicional por las objeciones que hizo el presidente Duque a la ley estatutaria parece que no ocurrirá. Corrieron muchos de manera presurosa a cavarle la sepultura, felices por la incertidumbre que esto generaría.
Otros pusieron el grito en el cielo pues el gobierno desandaba el camino que nos llevó a la firma de unos acuerdos y al Nobel de paz al presidente anterior.
Se anticipó choque de trenes insalvable entre las ramas del poder y por ello un enfrentamiento militar entre amigos y enemigos de la solución al conflicto.
Pues bien. Ni lo uno ni lo otro creo que va a suceder. Si el congreso rechaza las objeciones presidenciales el presidente dijo que acataría tal decisión y sancionaría y dejaría en firme la ley estatutaria de la JEP.
Qué bueno. Nos salvamos de volver a la patria boba dónde las pasiones políticas y odios arremetían sin razón sobre lo avanzado. Me atrevo a pensar que estamos muy cerca de demostrar que si hemos madurado como sociedad y que Colombia no es un manicomio donde se divierten los más locos sino una democracia cada vez más sólida.