OPINIÓN: KICO BECERRA

«No estigmatizar al gobierno Petro como neocomunista», nos pide a los colombianos el expresidente Álvaro Uribe.

Producto de una nueva entrevista entre los protagonistas de la polarización política que vivimos desde hace años, este tipo de declaraciones, sin duda, suenan extrañas.

Estamos acostumbrados a oír solo improperios entre esos dos personajes; escuchar ahora mensajes conciliatorios, dentro de sus grandes diferencias, es un avance democrático indiscutible. Nueva muestra de que, a pesar de todo, somos un país democrático, con instituciones fuertes.

Se hacen algunas elucubraciones sobre este tema de las mutuas deferencias entre estos dos antagonistas; se podría entender como una demostración de respeto de Uribe con Petro, por su interés de erradicar el hambre y, de paso, constatar la diferencia del talante de la oposición que se le hizo, con la que él está haciendo.

Otros piensan que es un acuerdo, para que no siga la persecución judicial contra Uribe; opinión bastante primitiva, pues, el poder judicial es independiente.

Se ha llegado a decir que hay un pacto secreto entre ellos, para protegerse mutuamente de los ataques judiciales de la fiscalía y disciplinarios de la procuraduría; teniendo en cuenta que, los actuales titulares son Uribistas y estarán en sus cargos hasta el año entrante.

Los recalcitrantes ultraderechistas consideran que Uribe está reblandecido y se está mamertizando; califican de traición imperdonable ir a conversar con Petro, sin llevar a M. F. Cabal.

Para los ultraizquierdistas es una demostración más de la traición de Petro, a los postulados del dogmatismo de izquierda que, comenzó con su incestuoso matrimonio con Roy y Benedetti; amén, de haber nombrado en el gabinete a preciados representantes Fajardistas, Santistas, Samperistas y Gaviristas.

Lo único cierto es que, se está manejando distinto el tema del gobierno y la oposición. Se está cumpliendo el compromiso de Uribe de que él manejara directamente y de frente las relaciones con el gobierno de Petro.

Guste o no guste es un avance democrático y un ejemplo para los ciudadanos de cómo manejar sus diferencias. En esto si ha habido un cambio y un muy buen cambio; se está haciendo gala del dicho popular: Lo cortés no quita lo valiente.

Mi opinión se distancia de las anteriores; veo una jugada maestra de Petro, para mantener a Uribe como su antagonista, teniendo en cuenta el incuestionable derrumbe político del Uribismo y, de esta manera, quitarle protagonismo a Vargas Lleras y Fajardo, como representantes de la oposición.

Se trata de la vieja treta de dividid y venceréis. Fortalecer la interacción con Uribe, graduándolo como líder de la oposición y, desconocer a Vargas y Fajardo es una estrategia inteligente del gobierno.

La garantía de permanecer en el poder, teniendo a Uribe como contrincante, es mucho más sencilla que con otros líderes antigobiernistas menos desgastados y más vitales. Mantener el statu quo del petrismo contra el uribismo, es una garantía de futuros triunfos a corto plazo; buen cabezazo de Petro.

Ñapa: No puedo entender que, en el escándalo de corrupción de Cali, no aparezca para nada el director de planeación municipal, Roycito el hijo de Roy. Ahora solo son los hermanos Ospina. ¿Y de la familia de Roy, qué?

Ñapita: Emocionante ver cultivos de algodón nuevamente en el Valle del Cauca. Los niños bajándose a tocar las motas de algodón y a tomarse fotos, alegra el paisaje.