Palabras faltan para no caer en lo repetido, en el clisé. Bastaría el titular, pero la norma obliga a decir más. Hechos que se repiten cada tiempo con una frecuencia que alcanza a la anterior. De nuevo un sujeto busca a su ex mujer y la apuñala causándole la muerte. Horror.
Vano intentar saber qué pudo argumentar el asesino. Inútil querer saber qué motivos fabricó su mente desquiciada. De eso que se ocupen la televisión y las redes que así complacerán el afán de morbo de su audiencia y verán cómo crecen sus likes y hasta sus “me gusta”. Vergüenza.
El matón, en medio de su cobardía, intentó matarse, pero no pudo. Fue detenido y sigue vivo. Lo espera un juicio sumario y 30 o 40 años en la cárcel.
Ojalá fuera el fin de la historia, pero no. A la luz de la experiencia, pronto otro asesino buscará a su pareja para matarla. A estas alturas decir que son individuos enfermos es casi insultante, es una comodidad que ofende. Somos, así, en plural, una sociedad enferma que no hace mucho para evitar la producción en serie de ivanes que asesinan a las steffanys.