Por Mauricio Marulanda
Aquella imagen vigorosa y el talante de paisa echaopa’lante de Álvaro Uribe quedó en el pasado y no precisamente porque el exmandatario haya cambiado de manera pensar o porque su salud esté pasando factura, no señores, quien le está pasando cuenta de cobro esla sociedad colombiana.
Ese líder político que en campaña presidencial del 2000 nos vendió una imagen de Salvador de la Patria, fue cometiendo errores garrafales, en donde se le vio involucrado en miles de desapariciones, en falsos positivos que afectaron a miles de familias de campesinos ingenuos y sin voz, que no podían demostrar que sus hijos eran víctimas de una tramado político que, buscaba engrandecer la imagen de un gobernante que no tenía límites para apoderarse del país.
Después de sus dos mandatos, violando la constitución y comprando la ley de reelección, gracias a sus miembros de partido, Uribe tuvo un segundo mandato más terrorífico que el primero, más insano para el país y mucho más sanguinario en todos los sentidos.
Pero a pesar de su convicción y el apoyo de sus colegas de partido que, deberíamos llamarlos cómplices de genocidios y mentes perversas, hubo personas, periodistas, analistas, jueces y mucha gente del común, incluyendo paramilitares que tomaban nota de sus acciones, que hacían reportajes e intentaban elevar denuncias, todas ellas fallidas producto del control total en las cortes, el dominio de los medios de comunicación, pero ante todo, el terror que sembró en la sociedad, que no fue distinto al que vivimos en la década de los 90’s cuando los carteles de la droga, tenían en jaque al país.
Un Uribe enfermo de poder, no distinto a un Hitler de la alemania que buscaba una sociedad que lo adorara con devoción genuina. Un estado mental peligroso que lleva a estos enfermos de poder a creer que ellos son la verdadera religión, porque llegan a creerse el cuento de ser escogidos de Dios para salvar a su pueblo.
Ahora lo vemos débil, abrumado por la irresponsabilidad de una sociedad que lo señala de Matarife, una prensa independiente que lo ataca de manera frontal, sin temor, sabiendo que está acorralado y sin salida.
No logro imaginar qué pasaría si un independiente como Petro llegará a la presidencia, no imagino a las cortes libres de compromisos políticos con el uribismo, destapando procesos, leyendo verdades y asumiendo responsabilidades verdaderas por el país.
Veo a un Uribe sentenciado a muchos años de prisión, consumido en su desgracia y siempre asumiendo un roll de víctima, de perseguido político, de libertador traicionado por la patria … pero no se confundan, no caigan en su juego, estas estrategias de victimizarse ante la sociedad tienen un objetivo mucho más profundo. No olvidemos que su capacidad de enredar a la sociedad a través de sus discursos es grandiosa y nunca ha pensado en retirarse de la contienda, es mucho más inteligente que eso, ahora debe buscar nuevas alianzas, nueva imagen, nuevas estrategias para llegar a sus metas y evitar que un Petro llegue al poder y lo lleve a vivir la vida de Fujimori en Perú.
Pero … siempre hay un pero, el problema está en los miembros de su partido, todos del mismo corte de su patrón, oportunistas, egocéntricos, traidores dispuestos a saltar del barco y acusar al capitán al momento de un juicio sin jueces de bolsillo para salvar su pellejo. Cuando se pierde poder en las masas, los políticos dinámicos saltan del partido y terminan en otros buscando perdurar en el tiempo y el circo político que les da enormes beneficios producto de la corrupción.
Se está quedando sólo el Patrón, el Gamonal de Polombia, El Matarife de Daniel Mendoza que lo empelotó ante la sociedad y dejó ver su alma oscura y perversa … Se le está muriendo el partido,mientras sus hijas amadas, María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, reclaman su herencia antes de la muerte y le piden un guiño para la futura campaña presidencial.
¿Se pueden imaginar por un instante
cómo sería una presidencia en manos
de una de estas dos mujeres?
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considerada una opinión independiente de su autor.
