La crisis por la que atraviesan los Diablos Rojos llegó a lo más profundo de la hinchada que, furiosa ante una nueva derrota contra los verdolagas 0-2 llegó a calentar tanto el partido que el arbitro debió terminar el partido tres minutos antes del tiempo oficial, tras la invasión de las barras bravas que saltaron a la cancha para arremeter contra los jugadores.
La situación perdió control cuando los hinchas veían con rabia, como los jugadores pasivamente aceptaban la derrota del equipo y simplemente renunciaban a buscar el empate.
Una vez más, las barras bravas rompen el acuerdo de paz y comportamiento que asumieron hace un tiempo con la alcaldía y la federación de fútbol. Se espera que se tomen medidas sancionatorias contra el equipo, que podría afectar la presencia de público en los futuros partidos.