Una copa fabricada en oro y plata con incrustaciones de esmeraldas y diamantes que debería estar protegida en un museo o dentro de una caja fuerte poderosa, era usada con frecuencia en la Catedral de Bogotá a la vista de todo el mundo. Hasta ayer que los cacos aprovecharon para llevársela.
La joya sagrada fue sustraída junto con otros elementos y hasta el momento las autoridades no tienen pistas sobre quién o quiénes estarían tras el robo de un elemento que, si bien tiene valor por sus componentes, tiene más valor como elemento religioso.
La policía ha dicho que no se trató de un atraco. Los ladrones tomaron la joya mientras estaba expuesta al alcance de cualquiera.