El país conoció la existencia de Emilio Tapia por el escándalo de corrupción durante la alcaldía de Samuel Moreno en Bogotá conocido como “el carrusel de la contratación”. El hasta ese momento ejemplar empresario negó todo hasta que las pruebas y los testimonios de sus socios cayeron sobre él y resultó preso.
Hasta ahí se sabía. Pero la sorpresa fue mayor cuando se supo que la película de corrupción llamada “Centros Poblados” en cuya trama se perdieron 70 mil millones de pesos, tenía como coprotagonista a ¡Emilio Tapia de nuevo!
Ahora, desde la cárcel de Barranquilla a donde logró ser trasladado y que según versiones de prensa le permiten vivir casi a cuerpo de rey, es llamado por la Fiscalía por actos de corrupción en Emcali, la empresa que maneja los servicios públicos de la capital de Valle del Cauca y que ha sonado en estos días por la compra de regios artículos como sillas para oficina de 17 millones cada una, lo que vale el amoblamiento completo de un hogar sin lujos.
Pero ese negocio de las sillas y los televisores millonarios se le escapó a Tapia. Por ese no lo llaman. Lo llaman por estar involucrado en falsificación de documentos para obtener contratos con Emcali por $ 6.212 a través del control de varias empresas. Al igual que la estrategia de “Centros Poblados”, el delito buscaba soportar capacidad de crédito con documentos bancarios falsos.
Tapia merece la estatuilla.