Opinión : Kico Becerra
Llegué a la edad del reaprendizaje. Confieso que aún no creo que tenga 70 años, aunque, cuando me veo en el espejo de mis contemporáneos, acepto esa realidad.
Estoy aprendiendo a entender que soy un alma jóven, viviendo en un cuerpo gastado; ahora entiendo eso de la inmortalidad del alma.
Estoy aprendiendo que el mejor libro de filosofía está en las preguntas de los niños.
Estoy valorando las frases de los libros que impactaron mi vida:
Lin Yutang: «En Occidente hay filósofos, en el oriente hay filosofía»;
Séneca: «Cuando disfrutes de conocer un hombre agradecido, olvidarás todos los desagradecidos»;
Epicurio: «La razón de la existencia es disfrutar, moderadamente, los placeres de la vida»;
Sócrates: «Me encanta ver las cosas que no necesito para ser feliz «.
Estoy sintiendo que los hijos de mis amigos son como mis hijos, disfruto sus triunfos y dolores como propios. Me alegran profundamente los éxitos de mis amigos y sufro con sus calamidades.
Me afecta no poder enseñar a los jóvenes que, la razón de la existencia humana no es sufrir en la tierra, para gozar después en el cielo. Nacimos para disfrutar la vida. El cielo es aquí y ahora. El Dios que buscamos somos nosotros mismos.
Mi vida ha sido un torbellino desenfrenado de triunfos, de gozos, de tristezas y de alegrías. He sido rey y he sido paria; he sido libre y he sido preso; aceptado y baloteado; amado y odiado; admirado y denostado; Impúdica y cínicamente confieso: nunca desapercibido, porque siempre he sido igual, en las buenas y en las malas.
Nací con el gen del buen humor; siempre me he burlado de mi mismo. En las peores situaciones me ha acompañado la alegría de reírme de mi vida y ver el lado divertido de las desgracias.
Aprendí que, el poder es una efímera pantomima; que la amistad es la sal y el azúcar de la vida, no se puede ser feliz sin ella; que el hogar sigue siendo la hoguera que calienta la existencia; que el éxito está en encontrar una compañera en todo superior que uno; que los hijos y los nietos son el motor del corazón; que los familiares cantamos siempre las mismas canciones.
La vejez comienza cuando la gente te pregunta ¿de qué te arrepientes? Siempre contesto, parodiando al poeta: De no haber gozado más, yo que creía, yo que pensaba, haber gozado tanto.
Susurrero, ¿cómo te defines? Soy la suma de las imperfecciones de todos mis amigos unidas, con el lazo mágico del humor.
Ñapa: «¿Qué es la vida? Un frenesí. Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño, pues toda la vida es sueño y los sueños, sueños son». Calderón de la Barca.