La invasión rusa a Ucrania extiende su alcance hasta mucho más allá del de los misiles y los drones y sus efectos podrían llegar hasta los hogares alemanes que tendrían problemas para calentarse si Rusia prolonga el cierre del gasoducto que lleva el combustible a Alemania y que ésta insiste en dejar de consumir como represalia a Putin por la guerra.
Hasta ahora, Alemania se ha manifestado en el sentido de que no puede seguir comprando gas ruso y pagar así de forma indirecta el sostenimiento de la invasión con la que no está de acuerdo. Pero del dicho al hecho sigue habiendo mucho trecho. Antes de la guerra, Alemania importaba el 55% del gas que necesitaba desde Rusia y después de la guerra ha logrado bajar esa cifra al 35% pero aun depende del suministro ruso.
Gazprom, la empresa de gas rusa ya ha reducido a más de la mitad el suministro de gas a través del Nordstream 1 y ahora lo cierra del todo con la excusa de un mantenimiento que durará 10 días, pero en Berlín temen que ese cierre temporal sea solo la cuota inicial de lo que sería el cierre definitivo de la llave.
Las otras armas de la guerra podrían alcanzar a los hogares alemanes que la pasarían muy mal en el próximo invierno con un suministro de gas para calefacción racionado o, en el peor de los casos, cortado.