Las imágenes de los últimos días donde se ven calles totalmente inundadas con buses que flotan y torrentes que amenazan con llevarse todo a su paso, no son nuevas en Medellín. En mayo pasado ocurrió algo similar. También el sistema metro ha sufrido por la acción de las aguas. Pero sí son un fenómeno que crece y que se ha hecho notar en los últimos años en que prácticamente la zona no ha tenido temporada seca.
Al contrario de ciudades levantadas sobre valles o en laderas, Medellín es una “taza” formada por las laderas de sus lados y un pequeño valle entre ellas por el que surca el río que lleva su nombre y que pasivamente contribuye al problema debido a la intervención humana en su cauce.
La construcción indiscriminada en las laderas ha llevado a que se presente un fenómeno de impermeabilización pues el agua que antes era absorbida por la tierra expuesta ahora es recibida por techos o por calles y conducida a rápida velocidad hacia el sistema de alcantarillado que si la lluvia es muy fuerte colapsa, pues no es capaz de descargar en los afluentes que a su vez, vienen sobrecargados. El resultado puede verse en las imágenes de esta semana.
La solución según los expertos es evitar que la “tacita” se convierta en una “bañera” y para eso es indispensable la aplicación estricta del Plan de Ordenamiento Territorial, impedir mas construcciones en las laderas, recuperar zonas verdes que reciban el agua y trabajar mas en la educación del ciudadano.