Los sistemas de transporte masivo en Colombia nacieron como una copia fiel del esquema que en Bogotá se llama Transmilenio. Excepto Medellín, que también lo tiene pero como sistema alterno al Metro, las principales ciudades del país adoptaron el modelo pero ninguna sufre tanto el problema de los colados como el de Bogotá.
Los colados en el sistema de Bogotá según la empresa fueron en el primer semestre de casi el 30% lo que afecta de manera gravísima las finanzas y pone en aprietos a las autoridades que se ven impotentes ante la magnitud de los hechos.
En entrevista con W Radio, el gerente de Transmilenio anunció que la empresa irá más allá de las multas que se imponen a los colados y buscará sanciones laborales en las empresas que los emplean o sanciones académicas en las universidades que los aceptan como estudiantes.
Mencionó el caso de dos coladas que él mismo detectó, multó y reportó a la empresa donde, según sus uniformes, laboraban. “…a una de ellas la despidieron” dijo el gerente Álvaro Rengifo a la emisora. Anunció que está hablando con las universidades para que al estudiante que Transmilenio sorprenda e identifique colándose al sistema “…esto le pueda generar matrícula condicional”.
Sin duda son medidas bien intencionadas pero muy débiles jurídicamente. En este país de extremo legalismo es posible adivinar que, en el futuro, acciones como las anunciadas producirán demandas, contrademandas y apelaciones eternas en el sistema judicial por parte de los afectados y de la empresa que verá como la falta de cultura y de un sistema de transporte decente, producen epidemias como la de los colados.