“Casas de pique”: tenebroso nombre con el que se conocieron los lugares en los que se torturaba y asesinaba en la ciudad de Buenaventura, un puerto por donde entra y sale la “riqueza” del país y que a la vez constituye un epicentro de desigualdad, crimen, corrupción e impunidad.
Pero pareciera que las cosas están cambiando. La ciudad lleva más de 80 días sin homicidios, una cifra a la que nadie le apostaba hace apenas semanas pues la guerra de bandas no permitía pensar en algo siquiera parecido a la paz en sus calles por donde ver motociclistas armados con fusiles era normal.
Los “Shotas” y los “Espartanos” son dos de las bandas que se disputan el poder en el puerto. Son residuos de la desmovilización paramilitar y tienen en la extorsión y el narcotráfico su fuente de sostenimiento. Sus cerca de 1.600 hombres han manifestado intención de parar la guerra y, por las cifras sobre homicidios, parecieran estar cumpliendo.
Ante esto, el gobierno Petro pretende que Buenaventura sea una especie de laboratorio exitoso en su proyecto de Paz Total. Queda por saber cómo se superarán las causas que producen la violencia, sobre todo, el tema narco que está presente en todo problema de orden público.
Pasar de las casas donde se destrozaban cuerpos a punta de motosierra a 80 días sin homicidios es un buen paso.