El presidente de la compañía citó a su junta directiva y a su grupo más cercano para quejarse porque en sus dos años de administración, había podido hacer poco.
—Ustedes son responsables de eso y deben ayudarme. La empresa se ha comprometido cumplir ciertos objetivos y no lo estamos haciendo. Mi periodo va por la mitad y ya no voy a alcanzar— les dijo enérgico.
—Disculpe señor, pero ¿exactamente de qué compromisos habla? —preguntó el director de estrategia.
—De lo que la empresa se comprometió a hacer y que ni mi antecesor ni el anterior a él que fue quien firmó el asunto, hayan avanzado. Al paso que vamos, tendré que pensar en soluciones más audaces.
El tipo tenía fama de audaz y se podía esperar cualquier cosa.
—¿Piensa usted pedir a los accionistas que prolonguen su periodo? —se interesó el director administrativo.
—No me interesa —dijo tajantemente el presidente—. Pero les anuncio que partiré mañana a nuestra casa matriz y les diré que no hemos cumplido y como fue ante ellos que se firmó el compromiso, me comprometeré a cumplir.
—Pero, ¿para qué ir hasta allá si nuestra regional tiene sus propias reglas? —dijo el vicepresidente jurídico.
—Simple —dijo el presidente—. Las normas de aquí no son suficientemente expeditas y valen más las normas de la casa matriz —finalizó.
—¿Suficientemente expeditas? —exclamó el director de Control Interno—. Como sean, son las de aquí y salirnos de ellas es ir contra las mismas —agregó.
—Pero son válidas y me permiten tomar decisiones rápidas sin consultarlas con nadie, ni siquiera con ustedes —respondió el presidente.
Silencio en la sala.
—Revisaremos sus decisiones, no nos quedaremos quietos frente a su presunción de hacerlo todo a punta de decretos y desde ahora le notificamos que nos opondremos a cualquiera que se salga de nuestro reglamento —amenazó el representante de los gremios en la Junta.
—Adelante. Acepto su reto, pero no por eso me detendré —respondió el presidente. Y sentenció: A estados excepcionales, soluciones excepcionales; esta compañía tiene tantos problemas que solo con estados de excepción como el que propongo, empezará a salir adelante.
—¡Puede ser destituido! —gritó el representante de la iglesia en la Junta.
—¿Quién podrá hacer eso? —se interesó el presidente.
Las miradas se cruzaron en la amplia mesa de la sala.
—¡Nosotros podemos hacerlo apenas usted regrese de la casa matriz! —exclamó el representante de las universidades en la Junta.
—Mi primera medida apenas regrese, será su destitución —les notificó el presidente con la franqueza y la seguridad del que sabe que va ganando la partida. Luego —continuó—, buscaré sus remplazos dentro de listas cerradas para que las reformas se tramiten mejor.
—¡Acudiremos a la fuerza si es necesario! —escupió el representante de los partidos políticos en la Junta. Y remató:
—¡Pediremos al director de Seguridad que lo detenga!
—Yo al presidente no lo toco —dijo desde el otro extremo de la mesa el director de Seguridad poniéndose de pie y acercándose a escoltar al presidente.
Así finalizó la última junta de la empresa.
Sobre los resultados de la estrategia del presidente podré contarles si vuelvo a tener un sueño similar…