Por Mao Escribidor
Antes de hablar de las noches colombianas debemos hablar de los días en el territorio colombiano, es especial en las principales ciudades de la nación, para llevarnos una idea clara del panorama económico y de prevención.
El Transmilenio y demás empresas de transporte masivo siguen violando todas las medidas preventivas de distanciamiento, pero la culpa es de la ciudadanía que no se cuida, como si al virus le importará de quién es la culpa. Bájese del Transmilenio o el Mío y verá con pánico, como las calles del centro están atestadas de gente, que van y vienen y les vale madre el tapabocas y el distanciamiento, pero la respuesta es la misma por parte de las alcaldías nacionales: La Ciudadanía está descuidando los protocolos de bioseguridad, pero el incremento en las UCI’s sigue creciendo.
Producto de esa conducta absurda de miles de ciudadanos irresponsables, los paganinis serán los restaurantes y centros nocturnos, a los cuales se les restringe abrir sus puertas a la comunidad para disfrutar de una cena bajo los protocolos establecidos. Mejor dicho, aquellos que sí están cumpliendo con las normas, se les castiga enérgicamente con medidas extremas, mientras ante la ausencia de las autoridades en las calles de la ciudades se hace menos rígida, la gente anda como perro por su casa, enfrentando al virus y la grave inseguridad que viven las grandes capitales.
No hay un estudio real que nos asegure que la noche s más peligrosa que el día, pero la manera más fácil de los gobiernos locales es mostrarse autoritarios con el gremio que mayor esfuerzo hace para mantenerse vigente generando empleos en gran parte de la población.
¿La restricción nocturna mejora
las cifras de contagios? ¿Existe un
estudio que lo demuestre?
Lo que sí podemos decir con certeza, es que sólo basta salir al centro de Bogotá, de Cali, Medellín o Cartagena y se dará de cuenta que el número de irresponsables deambulando por el centro es aterrador y ante eso, no vemos a la autoridad haciendo su trabajo, pero tampoco los vemos atrapando a los ladrones y criminales que azotan a la población.
Los dueños de bares y restaurantes se están jugando con mucho esfuerzo la continuidad en esta rama de negocios que cobija a varios millones de empleados que dependen económicamente de su trabajo.