En una improvisada balsa de palos, diez niños de la zona rural del municipio de Sardinata (Norte de Santander) se aferran diariamente para navegar por el río Nuevo Presidente y asistir todos los días a clase.
Durante 20 minutos de trayecto los pequeños, entre 5 y 13 años, deben enfrentar peligros impensables: el arrastre de un bravo caudal; los obstáculos imprevistos del afluente e, incluso, hambrientos caimanes, que se pasean por estas aguas, en silencio y al acecho.
Gracias a los vídeos que se suben a las redes, el gobierno asegura que muy pronto construirá el puente que permita su tránsito normal.
Los dirigentes políticos y en general los estamentos gubernamentales son indiferentes ante estas necesidades y sólo se muestran interesados cuando el periodismo comienza a dar nombres de responsables.