Opinión: Kico Becerra
«Aquí no pasa nada», decía mi padre. Efectivamente, después de unas semanas por fuera, encuentro lo mismo:
Solo se sigue hablando de Santrich, de la JEP, de la dosis mínima y de la eterna vía al llano.
Somos monotemáticos o, quizás, nos inducen a serlo para no hablar de lo que verdaderamente nos está carcomiendo como sociedad: la corrupción.
Basta pasar por cualquier pueblo y sentir la inmensa cantidad de dinero que ya se está viendo con motivo de las próximas elecciones.
Las conversaciones versan respecto a votar por el que «menos» va a robar, partiendo del principio de que todos roban.
Lo que es peor, no se da chance de ganar al que se ve «demasiado» decente para triunfar.
Nos llevó el diablo. Por eso, la noticia más interesante que he leído, es que el obispo de Buenaventura, va a rociar, desde un helicóptero, agua bendita sobre la ciudad, para exorcizarla.
Debería venir el Papa, para que, desde todos los aviones posibles, eche agua bendita por todas las oficinas del gobierno y sacar el Satán que se incrustó en todas las dependencias.
Y, la justicia para combatir ese flagelo es la más corrupta. Se fue el nefando fiscal cianuro y nos dejó un engendro preparado por él. El fiscal Espitia, el mismo cianuro en cuerpo ajeno.
Por eso, la Corte lo va a dejar hasta que termine el período de Néstor Sarmiento y un poco más.
El debate no es si se fuma yerba en casa o en la calle, ni si la coca se la va a echar para endulzar el tinto, como hace Petro. El gran debate es que no se está haciendo nada para erradicar la corrupción.
Todos hablan de eso y no se hace nada.
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