Otro milagro más. El Real Madrid salió vivo del duelo ante un City superior, con y sin balón, sobreponiéndose a una mala noche defensiva en general. ¿Cómo lo hizo? Porque tiene a un delantero único, capaz de convertir dos goles en momentos de máxima exigencia con precisión y ese punto de genialidad que bordea la locura. Esa inspiración o ventolera llevó a Benzema a transformar un penalti a lo Panenka. Después de haber fallado dos ante Osasuna. Con un par.
Las dos dianas de Karim más otra de Vinicius, extraordinaria también, apañaron un siniestro defensivo provocado por un gran City, que aceptó un encuentro a la antigua. Prestó más atención al ataque y bordeó la goleada, luciendo a su ejército de ‘dieces’: Mahrez, De Bruyne, Foden, Bernardo Silva o Gabriel Jesus. Pero concede tanto como el Madrid, y lo pagó carísimo.
Pero no hay mayor superviviente que el Madrid. Pudo recibir el quinto, tras un jugadón de Mahrez por una pérdida de Mendy. Pero en un centro llovido, Laporte se marcó un Militao al tocar con el brazo de espaldas. Como en aquella noche ante el Sevilla, el árbitro pitó penati. Benzema, que había fallado tres de los últimos seis lanzados, se fue al punto de penalti y dejó una maravilla. Ni lado de seguridad, ni a romper ni gaitas. Un Panenka precioso, ni muy fuerte ni muy flojo, para apretar un partido de locos. Una eliminatoria vibrante que se resolverá en el Bernabéu. No se vayan todavía. Aún hay más.