Opinión: Iván Cancino
Cada día estoy más sorprendido: cómo así que el presidente Iván Duque tiene que pedir permiso para fumigar con glifosato las matas de hoja de coca que tienen invadida a Colombia gracias a las alcahueterías de Juan Manuel Santos.
Yo respeto mucho a los magistrados y jueces de todo el país.
Es más, me mido mucho para hablar de estos temas, entre otras cosas porque algunos de los funcionarios de las altas cortes son mis amigos y también de mi familia.
Pero cómo así que Duque, que sacó más de 10 millones de votos en las elecciones de junio del año pasado, no puede ordenar fumigar con glifosato para poder hacerles frente a los narcotraficantes (léase, entre ellos, a las disidencias de las Farc y a uno que otro “desmovilizado y apóstol de la paz” como Jesús Santrich e Iván Márquez).
No nos llamemos a engaños: el mañoso de Santos, cuando les entregó el país a las guerrillas, aceptó que no se fumigara más con el mencionado herbicida para que “Timochenko” y sus muchachos no se pusieran bravos y eventualmente se pararan de la mesa de negociación de La Habana.
Entonces fácil: reforzar la Corte Constitucional con algunos magistrados no a fines al gobierno a repetir lo mismo: que el glifosato mata la gente, cosa que no está probada al cien por ciento desde el punto de vista científico.
Pero demos por cierto que el glifosato es lesivo para la salud. ¿Dónde se dan las fumigaciones con este químico? En las zonas del país donde solo hay narcos y empleados de estos. ¿Entonces tenemos que hacer todos los sacrificios del mundo para que no les vaya a pasar nada a los delincuentes?
Yo, respetuosamente, creo que no.
Colombia está a punto de ser descertificada por el gobierno de Washington en materia de lucha contra las drogas. Donald Trump es un hombre atravesado y complicado. Y ahora que no empiecen a decir los mamertos que eso debería tener al país sin cuidado. Por favor: una descertificación nos dejaría ante el mundo en calidad de parias. Quedaríamos al nivel de países que no valen nada para las potencias mundiales.
Por todo lo anterior, espero que la administración de Duque se amarre los pantalones y haga todo lo que esté a su alcance para luchar contra el narcotráfico. A veces para salvar las causas justas (y la fumigación con glifosato lo es) no hay que pedir permiso. Esa autorización, en este caso, se la dio el Pueblo a nuestro jefe de Estado.
Yo no me imagino, hace 50 años, al presidente estadounidense pidiendo permiso en los tribunales para enviar tres hombres a la Luna. Y mucho menos me imagino a los jueces de allá diciendo que impedían el viaje porque de pronto el Apolo XI se venía al piso y mataba gente.
Tampoco me imagino a Obama pidiéndoles luz verde a los jueces de su país para ingresar a Pakistán y poder dar muerte a Osama Bin Laden.
Ese tipo de decisiones (incluida la del uso del glifosato en Colombia con avionetas) son soberanas de los presidentes de los países. Tengámosles mucho cariño y respeto a nuestro magistrados y jueces, pero por favor que no hagan política sin votos.
P.D. Y dale con el cuento de que la doble instancia para aforados es para favorecer al exministro uribista Andrés Felipe Arias. Por favor: ese es un derecho universal. Además, doy por descontado que el 90% o más de los casos de los aforados serán confirmados por la segunda instancia.
Director: Habib Merheg Marún