Este domingo 2 de octubre los brasileños deciden en las urnas si siguen con Bolsonaro de presidente o le dan espacio a Lulla de Silva en una contienda democrática que los pone a escoger entre dos extremos distantes de la política: la derecha del primero que ha gobernado los últimos años en medio de permanentes polémicas o le permite al segundo volver a gobernar luego de haber estado encarcelado 18 meses entre 2018 y 2019 por supuestos delitos de los que al final salió inocente.
Mientras Europa parece girar a la extrema derecha con su triunfo en Italia, Latinoamérica parece querer otro rumbo en medio de cierto ritmo cíclico que lleva a los pueblos de un extremo a otro. Bolsonaro, exmilitar y evangélico, representa la derecha más extrema y ha gobernado con sus hijos como mano derecha y con los pastores cristianos como guardia pretoriana.
Lulla da Silva viene del sindicalismo, ya fue presidente del país entre 2003 y 2016 y superó el escándalo de corrupción de Petrobras que lo llevó a la cárcel de la cual salió siendo candidato presidencial para ser hoy la opción que, según los sondeos, los brasileños escogerán el domingo, aunque queda la duda si le alcanzará en primera vuelta o tendrá que someterse a una segunda en caso de alcanzar el 50% de los votos necesarios.
En el último debate de la cadena Globo se dijeron de todo. “Mentiroso” y “corrupto” fueron algunas de las palabras con las cuales se insultaron. El domingo se sabrá por cuál de los dos extremos se define el país más grande de Latinoamérica y una de las economías mas importantes del mundo.