Desde hace más de de tres años, campesinos colombianos han denunciado la presencia de mexicanos sospechosos en las distintas regiones del país. Asegurando que están ligadas a asesinatos indiscriminados de campesinos locales y que pertenecen a carteles mexicanos que llegaron de manera ilegal al país.
Por supuesto, para el gobierno Duque, estas denuncias carecían de fuentes fidedignas que les permitiera abrir una investigación por parte de la fiscalía y así dejaron pasar el tiempo, mientras más y más sicarios y lugartenientes de la mafia de los carteles llegaban en vuelos comerciales y se unían a sus compañeros del cartel.
Aún hoy, y después de conocer las evidencias presentadas y las bajas de campesinos en las distintas regiones, el gobierno Duque no es capaz de asegurar la presencia de estos grupos ilegales, que llegaron a Colombia a negociar con cocaína, imponiendo a su mejor estilo las nuevas condiciones de procesar el producto final para lograr una mejor calidad del alcaloide.
Una investigación en terreno de la Defensoría del Pueblo, que arrancó hace tres años, asegura que los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación trasladaron su rivalidad a al menos 5 departamentos. Y lo sucedido este fin de semana en Putumayo estaría confirmando ese temor.
Un grupo armado identificado como ‘Sinaloa’ llegó hasta Puerto Leguízamo y asesinó a dos personas. Y si bien en Chocó hay una organización que usa ese ‘cartel’ para infundir temor, hay indicios sólidos de que los mexicanos ya empezaron a matar gente en Colombia por su cuenta.
Tras la extradición de los jefes de las Autodefensas en 2008, los capos mexicanos acordaron distribuirse algunas zonas de narcocultivos y narcorrutas, para garantizar un aumento en la producción que pudiera cubrir la demanda en Estados Unidos, Europa y Asia.
Tras el acuerdo de paz con las Farc se concentraron en obtener control de zonas, a sangre y fuego. De acuerdo con el informe, Sinaloa se alió con las llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), en el noroccidente del país.
Esa disputa se evidencia en la violencia que se está registrando en Valdivia, Bello, Medellín, Caucasia, Tarazá, Cáceres, El Bagre, Zaragoza y Nechí, en Antioquia. Además, en el convulsionado orden público en Tierralta, Montelíbano, Puerto Libertador y San José de Uré (Córdoba), que la Defensoría ha dejado plasmado en alertas tempranas que le ha enviado al Gobierno y a las autoridades locales.
Pero en el sur del país el panorama es más peligroso: Pasaron de alimentar financieramente la guerra a actuar. La Defensoría señala que, en 2019 y 2020, se identificó la presunta presencia directa de miembros del cartel de Sinaloa y de Jalisco.
“Su accionar se ha reflejado en versiones comunitarias sobre la llegada de personas que se presume provienen de Centroamérica, así como en la distribución de panfletos y la comisión de homicidios, en zonas de alto valor estratégico para la producción, distribución y comercialización de droga”, se lee en el informe. En el Cauca, se les señala de sembrar el terror a través de panfletos. Y que en Buenos Aires; Jamundí, Valle; Corinto y Caloto han sellado acuerdos con facciones disidentes de las ex-Farc. Allí también actúan ‘Los Zetas’.
Y arriba de la Costa pacífica, Sinaloa ha tomado partido en la disputa por la coca entre el ELN y las ex-FARC, inclinándose por estos últimos a los que nutre de armas. También se encontró su rastro en el Catatumbo. Allí se estima que el 80 por ciento de los narcocultivos ya está bajo el dominio de los mexicanos, que los controlan desde oficinas abiertas en Cartagena.
“Los carteles mexicanos ya empezaron a adquirir plantaciones de coca en Colombia. Hemos capturado a agrónomos e ingenieros de ese país que están mejorando en laboratorios la productividad de la planta y cada vez es mayor el número de ciudadanos de esa nacionalidad que participan en actos delictivos: va más de un centenar”, aseguró en ese momento el fiscal general Néstor Humberto Martínez.
¿Será que con toda la evidencia presentada
el gobierno Duque entenderá que no se
trata de rumores infundados, sino de una
realidad mucho más violenta?
Director: Habib Merheg Marún